Los gobernadores pactaron en bloque, pero después se dividieron

hasta la sanción de la reforma previsional el martes último, los gobernadores peronistas pasaron de moverse en bloque a decidir exclusivamente guiados por sus intereses individuales, lejos del espíritu de "liga" y aun a costa de desatar el "enojo" y la amenaza de represalias de .

¿A qué responde ese giro gestado y ejecutado en poco más de un mes? ¿Cómo lo justifican los caciques provinciales? ¿Qué dice el cambio sobre el presente y los planes del peronismo para el año que viene?

Las explicaciones combinan cuestiones que afectan a todos los gobernadores por igual y otras vinculadas a situaciones particulares.

A primera vista, y como razón primordial para la acción en conjunto, aparece la necesidad de asegurarse la supervivencia económica y financiera. Esa urgencia común guió las negociaciones previas a la firma del pacto fiscal y, en particular, la presión para que las provincias fueran compensadas por el pago de 65.000 millones de pesos del Fondo del Conurbano a .

Los gobernadores también vieron en esa negociación la excusa perfecta para volver a mostrarse (intentar, al menos) como un polo de poder monolítico y capaz de marcarle límites a Macri después de la cosecha magra de las elecciones de octubre. Más allá de que nunca se ilusionaron con que el peronismo le ganara a Cambiemos, los gobernadores habían apostado a que las legislativas permitieran empezar a delinear liderazgos para 2019. Las derrotas de , y Gustavo Bordet, y el desempeño opaco en buena parte de los distritos, dinamitaron esa posibilidad.

Allí terminaron las coincidencias. La negociación posterior por el apoyo a la reforma previsional en el Congreso desató la carrera individual. Una vez más, se impusieron los motivos económicos. El ejemplo más cabal de ese toma y daca fue el tucumano , que sólo aseguró el respaldo a la reforma después de haberse garantizado que el Gobierno no aumentaría el impuesto a las bebidas con azúcar.

La dispersión de los gobernadores frente a la reforma previsional también responde a factores netamente políticos. La demorada definición de un líder que conduzca el partido tras la debacle de 2015 y la secuela de octubre hacen su parte. Sin conducción a la vista, cada gobernador hace su juego en función de lo que necesita: garantizarse su continuidad post 2019. El objetivo vuelve a unirlos a todos.

La mayoría de los jefes provinciales peronistas están atravesando su primer...

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