Glifosato, otro vil embate

Una corriente de acción y pensamiento, validada por las condiciones de oportunidad política de los últimos años, se ha hecho presente con más fuerza que en el pasado para cuestionar todo lo establecido en la sociedad: usos y costumbres, tradiciones, instituciones culturales, familiares, religiosas, sociales, militares, de seguridad. La contraposición es rotunda: más vaga es la voluntad en cuanto a producir un cambio real determinado.Lo menos claro de esa corriente es el destino final que persigue. Más que por la malicia de escamotear lo que tal vez se proponga, debería conjeturarse que se limita, ante las propias incertidumbres, a poner a prueba sucesivas hipótesis de reemplazo de lo existente.Si tal fenómeno se prolongara por un tiempo excesivo, transferiría a la sociedad no poco de la reacción más inquieta que asombrada de H.G. Wells, cuando en 1920 preguntó a Lenín qué tenía determinado hacer con el pueblo ruso. La contestación no le dejó dudas de que la revolución rusa fuera otra cosa que el comienzo de una era de experiencias ilimitadas. Lenín ya había escrito que los que habían emprendido la tarea de vencer al capitalismo "deben estar dispuestos a ensayar método tras método hasta que hayan al fin descubierto el que debe guiarlos mejor a sus fines". En aquel diálogo, subyacía la admisión de convertir a un escenario político nacional en un inmenso laboratorio de comprobaciones seudocientíficas: el papel de cada ser humano sería el de un cobayo sin otro valor, precisamente, que el de un descartable sujeto de pruebas.Por su capacidad de resistencia natural a la excentricidad de experimentaciones realizadas a veces por los Estados y preparadas siempre de antemano por teóricos y actores prácticos de la política, el campo argentino ha sido un blanco preferido en la voluntad sistémica de arrasar con valores establecidos. Ejemplo palmario de todo esto ha sido la vastedad de los ataques al campo a raíz del uso de glifosato, un agroquímico concebido para combatir malezas que compiten con los cultivos por la humedad y los nutrientes de la tierra, y por la luz que convierte la energía en alimentos.Ahora mismo, la campaña contra los productores agropecuarios y los laboratorios concurrentes a las labores rurales ha encontrado otra ocasión más de encarnizada exposición. Ha servido para ello la reanudación de un juicio abierto en Córdoba. Allí se controvierte la responsabilidad o no de dos productores y de un fumigador aéreo en la duplicación de los casos habidos de...

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