Gigantes de la música: Joyce DiDonato

La profunda y sostenida crisis de la industria discográfica, con la muy local y consecuente desconexión de lo que acontece en el hemisferio norte, y el manifiesto descenso, por no decir desaparición, de las primeras figuras de la lírica internacional para hacer ópera en nuestro medio -tendencia que también afectó a los grandes instrumentistas, pero que se ha ido revirtiendo de manera ostensible en los tiempos recientes- se han combinado para que tal vez muchos no sepan, concretamente, quién es Joyce DiDonato, que hoy y el próximo miércoles se presenta como recitalista en el Colón, dentro del abono del Mozarteum. Para dejarlo claro y de un modo de lo más sencillo, digamos que es una mezzosoprano estadounidense. Pero si quisiéramos ampliar la definición y darle alguna dimensión que vaya más allá de lo meramente descriptivo, afirmemos, pues, que se presenta con singular fortuna en los teatros más destacados del mundo y que en estos mencionados tiempos de escasez discográfica continúa extendiendo un catálogo admirable de manera sostenida. Todo esto sin mencionar los premios alcanzados en concursos internacionales de canto, que le permitieron iniciar una carrera brillante, y aquellos que le han sido conferidos, precisamente en virtud de esas actuaciones y esos registros.Sin recurrir a los particulares biográficos ni a las crónicas de las premiaciones, también podemos tener referencias de su verdadera relevancia por lo que sobre ella dijo la gran Frederica von Stade a este cronista, hace unos escasos meses, cuando estuvo entre nosotros, en ocasión de haber venido para cantar con la Filarmónica de Buenos Aires. Sincera y magnánima, Von Stade dijo que ella se había retirado de la escena estadounidense tranquila y confiada porque sentía que había dos mezzosopranos espléndidas que la reemplazaban y aun en un mejor nivel. Esas dos cantantes eran Susan Graham y Joyce DiDonato.En el comienzo de nuestra conversación le comentamos a DiDonato los dichos de Von Stade y la sorpresa y la sonrisa brotaron espontáneas iluminándole el rostro: "Ella es increíble. En mis comienzos, era mi ídolo. Pero cuando la conocí mejor, fue mucho más que eso. Se transformó en el modelo de artista al cual yo aspiro. En primer lugar, porque tiene una de esas voces que van directamente al corazón. Pero después descubrí que para poder lograr eso y llegar al alma de cada ser humano, donde sea que ese lugar esté, es necesario, además, asumir una actitud de humildad y de generosidad. Exactamente lo...

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