Un gigante empresarial con ayuda kirchnerista

Si algo molesta a de la prensa es que vincule su crecimiento exponencial de la última década con los ocupantes de la Casa Rosada. "Yo no soy el testaferro de Kirchner", cruza a quien deslice cualquier tipo de asociación comercial. Aunque al mismo tiempo pueda definir al fallecido ex mandatario como un "fuera de serie" y regale elogios para la ex presidenta . Pero López prefiere contar su biografía desde más atrás. Relata que quedó huérfano de adolescente, que tomó las riendas del pequeño negocio familiar y que nunca más paró de trabajar y de crecer, al punto de que durante la luna de miel con su primera esposa se fue a ver unos camiones.

"Soy contratista de YPF desde el '83. Tengo concesionarias desde el '89, casinos desde el año '91, y ni lo conocía a Kirchner entonces", replica López, que también detesta que lo apoden "el zar del juego". Lo considera injusto. Sostiene que apenas controla el 30% de Casino Club, que tampoco es el amo y señor del Hipódromo de Palermo y que ni siquiera les debe a los Kirchner su expansión en el mundillo de las apuestas. Recuerda, para eso, que él ya había desembarcado en el casino de Comodoro Rivadavia una década antes de que los Kirchner entraran a la Casa Rosada.

Esa versión oficial omite, sin embargo, que López y Kirchner se conocieron en 1998, cuando el empresario patagónico le pidió al entonces gobernador que intercediera por él ante los Pérez Companc para que optaran por darle un contrato a él antes que a una empresa rival estadounidense. Ese fue el comienzo de una relación que benefició a ambos. Kirchner recibió aportes de campaña y fuentes de trabajos varios para sus amigos y parientes. Entre ellos, su socio en la inmobiliaria Negocios Inmobiliarios, Osvaldo Sanfelice, o el sobrino de la ex Presidenta, Romina Mercado. Y López se aprovechó del aura que -justo o no- comenzó a rodearlo. "Yo no soy el testaferro de los Kirchner, ni de nadie. Cómo máximo me beneficio de que muchos piensan que lo soy", le dijo una vez a LA NACION. "Entonces voy a una reunión, entro y le digo al tipo: ?Lindo traje. Dámelo'. Y el tipo no sabe si quien le pide el traje soy yo o alguien más. Mínimo, me voy de esa reunión con el cinturón del tipo". Los ejemplos de esa sinergia se amontonaron durante...

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