Un genio que se ha escapado de la lámpara

El genetista chino He Jiankui sorprendió recientemente al mundo cuando anunció, en , el nacimiento de los primeros bebés modificados genéticamente: las gemelas Lulu y Nana. Este investigador, formado en la Universidad de Stanford ( ), que retornó al país asiático en el contexto de incentivos académicos y empresariales a la innovación, está en la mira de sus pares en investigación e, incluso, de la Justicia de su país.Más allá de las dudas sobre la veracidad de sus acciones, duramente criticadas por la comunidad científica, el impactante anuncio de He mostró que este tipo de manipulación dejó de ser territorio de la ciencia ficción.La fabricación "a medida" de seres humanos abre un debate y dispara un proceso difícilmente reversible en la historia de la humanidad. No estamos ante anuncios ligados a cómo curar una enfermedad en una "probeta" de laboratorio. He propone una mejora genética, transmisible de generación en generación, sin clara idea aún de los riesgos involucrados ni de sus posibles consecuencias.Por ejemplo, recientes investigaciones en los Estados Unidos y en Suecia dadas a conocer por la prestigiosa revista Nature, indican que todavía no se conoce cabalmente el impacto de la técnica que utilizó He, conocida como Crispr-Cas9. Se trata de una herramienta que permite editar o corregir el genoma de cualquier célula, incluidas las humanas; una especie de tijera molecular capaz de cortar con precisión y de manera controlada la molécula de ADN, eliminando o insertando nuevas secuencias genéticas.Ante los temerarios riesgos asumidos, existe consenso en la comunidad científica de que el experimento de He atravesó límites éticos. Así lo señaló una de las voces más autorizadas en esta materia, la de la microbióloga Emmanuelle Charpentier, descubridora, junto con la estadounidense Jennifer Doudna, de la revolucionaria técnica.Todavía es muy pronto para asegurar la precisión y seguridad de este avance científico, por lo que se impone una reflexión antropológica, ética e incluso geopolítica.Cabe preguntarnos si se ha puesto en marcha una carrera del tipo armamentista en el campo de la biogenética que demande urgentes consensos internacionales para frenarla. Si estamos frente a un avance tecnológico capaz de modificar para siempre el concepto de vida tal cual lo hemos entendido hasta ahora y si corremos el riesgo de acercarnos a un mundo de castas sociales surgidas de experimentos genéticos que nos retrotraen a las trágicas nociones de pureza...

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