Genes kirchneristas en una obra de teatro

Fue hace seis semanas, una fría noche de sábado, al final de un fervoroso acto del Frente para la Victoria que había dejado sembrada de papelitos la Diagonal Sur. La función era en el Teatro del Pueblo, y mientras bajaba las escaleras sentía que estaba descendiendo a los sótanos de este extraordinario fenómeno político de hoy, todavía fresco e inarticulado, explicado cien veces e igualmente inexplicable. En una salita del subsuelo daban "El secuestro de Isabelita". El programa advertía que estaba dedicada a las víctimas de la Triple A y a los desaparecidos, pero también que se atrevía a convertir en comedia los trágicos equívocos de los años 70. Su autor se presentaba como "el compañero Daniel Dalmaroni". Tanto la dedicatoria como el calificativo "compañero" se me antojaron paragolpes ante eventuales críticas.Dalmaroni es un magnífico dramaturgo que tenía quince años cuando llegó el golpe militar. Y es también un ochentista que ha vivido bajo el imperativo de respetar a rajatabla el relato oficial sobre aquellos años de ideales extremos, plomo, trotyl y picana. Reírse del asunto en la Argentina puede todavía granjearte enemigos. Te pueden decir gorila, pueden acusarte de apañar la teoría de los dos demonios, pueden sugerir que nadie debe tomar a broma (ni siquiera el arte) los sueños de la "patria socialista", y también pueden inventar otras formas de sanción civil, una especialidad de los sobrevivientes de la "juventud maravillosa", que siempre intentaron bloquear cualquier discusión en serio. De esa praxis negadora hacen seguidismo ahora los neosetentistas, activos jóvenes del núcleo duro del kirchnerismo que les rezan todos los días a los santos setentosos y su glamorosa epopeya inclusa.Entonces, les decía, no hay peligro: Dalmaroni se pone rápidamente del lado de las víctimas del terrorismo de Estado (¿quién no lo haría?) y se declara peronista (casi todo el mundo lo es por acción u omisión en estos días), de manera que vacunado y a salvo, puede por fin presentar el drama con cruel ironía y hasta con desparpajo. Y lo hace. Lo genial es que se atreve a hacerlo. La historia gira en torno de un grupo de "imberbes" que secuestran a una mucama de Isabel Perón creyendo que se trata de la mismísima viuda del General. Los diálogos son rápidos e irresistiblemente humorísticos, y en pocos minutos ya no estamos a mediados de 2011 sino en el asfixiante verano de 1976. Los personajes hacen acordar un poco a las criaturas heroicómicas (la palabra pertenece a...

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