Gane o pierda, Cristina se radicalizará

El mensaje de Cristina Kirchner para Alberto Fernández

Al final, la Argentina se parece a Suiza. O, para expresarlo con más exactitud, la campaña electoral argentina se parece a una de Suiza. ¿No son, acaso, temas de sociedades satisfechas los debates sobre la frecuencia del sexo o el consumo de marihuana? ¿Tan poco pasa en la Argentina para que sus principales candidatos (candidatas, en este caso) pierdan el tiempo en esas naderías? Pasan cosas mucho más serias. Se trata más de disparates de la política que de otra cosa, porque la Argentina no es Suiza. Una semana antes de cruciales elecciones legislativas, la inmensa mayoría de los argentinos ni siquiera acepta responder las encuestas. En las mediciones telefónicas, solo un 4 o un 5 por ciento de los consultados acepta responder. Bajó el agua de la pandemia y apareció el país real: con su economía destruida, con una sociedad fatigada por tantas limitaciones, temerosa de perder el trabajo, cansada de que los ingresos no lleguen a fin de mes. El Gobierno creía que la gente lo aplaudiría cuando mermara el riesgo de la enfermedad. Pero se encontró, en cambio, con una sociedad mucho más enojada que agradecida. El masivo cierre definitivo de comercios y empresas, y la fuga del país de importantes empresas extranjeras son espectros de un país que no se veía cuando estaban todos encerrados. Ahora se ven y se sufren.

En cualquier encuesta, los primeros tres temas de preocupación social son económicos. La inflación, el primero de ellos. El consumo bajó un 20 por ciento en los últimos dos años. Es muchísimo. El riesgo de enfermarse de coronavirus aparece en el quinto lugar, después de la economía y la inseguridad. Una sociedad irritada y retraída puede saltar hacia cualquier lugar o hacia ninguna parte en un domingo de elecciones . ¿Mayor abstención? Puede ser. ¿Un crecimiento del voto en blanco? Es probable. ¿Una buena elección de los candidatos marginales? Es posible. El Gobierno recibió encuestas que lo preocuparon severamente. El 80 por ciento de la sociedad (clase media, clase media baja, la clase social baja y los pobres) está en esa condición de hartazgo y desinterés. No sucedió un estallido como el de 2001, pero nadie sabe cómo se expresará ese fastidio. Las encuestas desaniman al Gobierno, pero ¿impulsarán cambios en la dirección de la sensatez y el pragmatismo? Nadie anticipa nada, porque nadie sabe nada. "L a jefa está callada ", dice un albertista. La jefa es Cristina .

Nadie le...

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