Los que le ganan a diciembre

Con casi 28°C y la playa vacía, María Maidana disfruta de los primeros días de diciembre en el balneario Ocean Club de Mar del Plata junto a sus hijos, Nicolás, Mía y Emma. "Queríamos llegar antes de que empiece todo porque después se hace más difícil e incómodo por tanta gente", cuenta María, que decidió dejar su casa en Tigre a cargo de su marido (quien no pudo despegarse de sus obligaciones laborales) para escapar de la rutina de estrés que caracteriza a diciembre, este mes fatídico en que la agenda de compromisos familiares, sociales y laborales desborda y amenaza con hacer del último tramo del año un obstáculo insalvable, que pone en duda la capacidad de encarar el próximo con las ganas y la energía renovadas.

Adelantar las vacaciones (o al menos parte de ellas), esquivar compromisos a primera vista impostergables, adelantarlos o posponerlos, y generar espacios de descanso ajenos a la rutina que impone esta época son algunas de las estrategias que ensayan quienes buscan, como María, escapar al estado de ánimo que tradicionalmente caracteriza a la antesala de las Fiestas.

"A esta altura del año, las personas parecen pedir vacaciones a gritos. Les cuesta más levantarse, llegan con pocas energías a trabajar, les agobian las preocupaciones y la presión final les irrita más de lo normal. Y aunque la mayoría espera con ansias las fiestas de fin de año, para otros, Navidad, Año Nuevo y la organización de las vacaciones conllevan angustias que desencadenan el temido estrés de fin de temporada", afirma la doctora Mónica Cornejo, del Centro de Estudios del Estrés y la Ansiedad Hémera.

Huir hacia adelante -es decir, tratar de dar respuesta a todo lo irresuelto al mismo tiempo- suele ser una de las actitudes más comunes y que generalmente suelen conducir al fracaso, que en este contexto asume la forma de una dosis extra del estrés del que se busca escapar.

"El gesto de huir hacia adelante se caracteriza por cierta actitud de goce en el esfuerzo final de sacrificarse en hacer compras, acelerar el ritmo para terminar proyectos o discutir en qué lugares o con quiénes reunirse", explica el doctor Roberto Sivak, docente del Departamento de Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Pero el riesgo es victimizarse (todo lo que hice para esto o siempre pensando en los demás). Sería deseable poder permitirse, sin culpa, programar adecuados descansos, poder decir que no a ciertos compromisos, consensuando y repartiendo responsabilidades de manera realista y equitativa."

Claro que diciembre es diciembre, lo que en criollo se traduce en el deseo ciego de hallar un salvoconducto que permita cerrar el año como por arte de magia sin pendientes, ni tropiezos ni culpa. Pero la magia tiende a no funcionar en el mundo de lo real. "En diciembre muchos comienzan a acelerar sus ritmos en función de concluir exitosamente todas las actividades...

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