Quién gana con la campaña en el freezer

En una semana, la ciudad de Buenos Aires entrará en la primera veda electoral del año. Paradójicamente (o no), la inminencia de la elección del próximo jefe de gobierno porteño casi no se percibe en los decibeles que registra la campaña. Inmóvil, en piloto automático, fría como si no le quedara más alternativa que amoldarse a las temperaturas del invierno. Así transcurre la previa de uno de los superdomingos más cotizados de este frondoso año electoral.

La coyuntura, y el recorte que los medios hacen de ella, desde ya, aportan a la baja sensación térmica. Primero fue el caso Schoklender, que durante un mes copó la agenda pública y que sigue presente, aunque en versión "goteo". Desde hace una semana, el porrazo de River y los anuncios de Cristina Kirchner sobre sus aspiraciones políticas para el futuro acapararon el espacio,

También se habló, sobre todo en los últimos días, del debate que no fue. La negativa de Daniel Filmus a debatir "sólo en TN" y la de Mauricio Macri a hacerlo en otros ámbitos frustraron, (por ahora, al menos), la discusión de tres a la que se iba a sumar Pino Solanas.

Pero la quietud, y allí está la clave, va mucho más allá del fracaso de esa cita televisiva. Conviene bucear. Hacerse preguntas. ¿A quién le conviene la parálisis? ¿Quién gana con este discurrir casi mudo hasta que, como si se tratara de una sorpresa, llegue "el" domingo? ¿Quién pierde con el ritmo cansino?

Ganan Macri y Filmus. Pero por motivos bien distintos.

Macri sabe que las encuestas y la coyuntura le juegan a favor. Ya demostró, incluso, que piensa aprovechar la "paz" al máximo. Esta semana pasó por el living de Susana Giménez junto con su mujer embarazada. La diva dejó el arreglo al descubierto no bien le dio la bienvenida: "Quedate tranquilo, que de política no vamos a hablar", le dijo. Así fue. Ni una sola palabra. En los pasillos de Bolívar 1 la frase se repite por lo bajo. "Vamos a hacer la plancha todo lo que podamos. Ya estamos ahí".

Del lado de Pro, no sólo las encuestas explican la quietud. Que la campaña no esté en el candelero le ahorra a Macri tener que abordar una pila de temas espinosos. La crisis habitacional, el crecimiento exponencial de las villas, las tomas de tierras, la pelea aún vigente por la Metropolitana, la crisis por la falta de insumos en algunos hospitales y el caos del transporte. Plataforma difícil para quien gobierna la ciudad hace cuatro años y aspira a hacerlo por cuatro años más.

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