Si gana, ¿qué Alberto Fernández veremos con los medios?

Como Sansón, que al cortarle el pelo perdió la fuerza, el uso por demás cauteloso de su dedo índice por parte del candidato Alberto Fernández en el segundo debate, en comparación con su revoleo imparable en el primero, pareció restarle el ímpetu que supo tener en ese encuentro. En el último, se mostró más opaco, menos asertivo y muy incómodo cuando le llovieron misiles por la corrupción de la gestión de su compañera de fórmula y mentora de su candidatura, no solo del lado de Mauricio Macri, sino también de parte de los otros candidatos.A pesar de que en los días previos Fernández les había quitado importancia a los reiterados señalamientos sobre los inquietos movimientos de su dedo -y de hecho armó una simpática foto rodeado por los miembros de su staff en la que todos enarbolaban divertidos su índice-, fue muy notable que acotó lo más que pudo esa gestualidad en la Facultad de Derecho.Con el puño cerrado en alto, sin embargo, tuvo errores garrafales, aunque comprensibles, como cuando se sinceró y recordó que puso distancia con el anterior gobierno cuando la corrupción se hizo indisimulable. El pequeño detalle es que por salvarse él (que nunca fue llamado por un juez, aseguró, y que incluso, curiosamente, se ofreció a darle clases de ética a José Luis Espert) hundió a su jefa y candidata a vice de su espacio. No solo eso: incurrió en algo mucho peor; como destacado funcionario público -fue jefe de Gabinete de todo el gobierno de Néstor Kirchner y durante el primer año de la gestión de Cristina Fernández-, debió presentarse motu proprio ante la Justicia y denunciar esas irregularidades, si le constaban, tal como evidenció en sus múltiples y letales relatos en los diez años en que puso distancia del kirchnerismo, hasta el momento en que volvió al redil del que se había apartado, primer paso de la reunificación del peronismo, que terminó de formalizar la viuda de Kirchner al convertir a Fernández en su candidato a vicario al frente del Poder Ejecutivo, mientras ella y su hijo Máximo se reservan para sí papeles (y fueros) claves en el Congreso."La prensa corre peligro con Macri, no conmigo", lanzó Fernández sobre el final del debate, sin la menor autocrítica por haber fogoneado en los primeros años de este siglo el desplazamiento de Pepe Eliaschev de Radio Nacional y motorizado el escándalo por un artículo de Julio Nudler, en Página 12, que detonó la disolución de la asociación Periodistas, en la que hasta entonces confraternizaban destacadas...

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