El futuro de Dustin Hoffman

En El graduado, el clásico de 1967 dirigido por Mike Nichols, un joven y desorientado Dustin Hoffman es recibido con una fiesta en su casa para celebrar su reciente graduación. Mientras está tratando de desaparecer sin que nadie lo note, un amigo de la familia lo toma de los hombros: "Vení conmigo un minuto, quiero hablar con vos -le susurra, mientras lo aparta de los invitados-. Solo quiero decirte una palabra, solo una palabra: 'Plásticos'". "¿Qué quiere decir?", le pregunta Hoffman, atónito. A lo que el amigo le contesta, como si estuviera revelándole la piedra filosofal: "Hay un gran futuro en los plásticos. Pensá en eso".Cincuenta años más tarde, semejante optimismo dejó paso a la consternación. El plástico se transformó en un problema literalmente inabarcable: los efectos sobre la vida y el medio ambiente de este elemento de fácil fabricación y bajo costo, mayormente sintetizado a partir de derivados del petróleo, adquirieron ribetes terroríficos.Hoy está en todos lados, incluso en los lugares más inesperados, como el estómago de peces, tortugas y mamíferos marinos. Un mundo plástico, breve documental animado de 2014, describe los incalculables perjuicios que causa. Destaca que cada año más de 100.000 de estos seres acuáticos lo confunden con el plancton, lo ingieren hasta saciarse y sufren una muerte lenta y dolorosa: perecen de hambre con el estómago lleno. Y no solo eso: acumulan plástico y toxinas en sus organismos que pueden terminar en nuestros platos.Se calcula que el mundo arroja anualmente ocho millones de toneladas al mar y que hoy más de 100 millones de toneladas están flotando en los océanos. Solo en el Pacífico navega a la deriva una isla de desechos plásticos del tamaño del continente europeo, y en algunas áreas hay hasta 60 veces más plástico que plancton.Para mejorar su textura, se le agregan decenas de sustancias químicas, como el bisfenol A, plastificantes o materiales ignífugos, que a su vez pueden ser liberados e ingresar al organismo a través de las vías...