El fútbol ya cumplió: Mundial, verano, humor social y elecciones

El festejo del Seleccionado argentino tras ganarle a Países Bajos

El fútbol ya cumplió. El deseo masivo, y genuino, es que aún pueda superarse, pero su prestación está más que cubierta. Le ha dado a una sociedad atribulada, la mayor alegría colectiva y transversal en años. Al menos por este mes, la grieta ha quedado solapada, pausada o al menos mitigada, y eso permite disfrutar sin dobles lecturas ni sentimientos encontrados.

Los más de 60 puntos de rating que están marcando las dos señales de TV que transmiten los partidos son una evidencia elocuente. Si se suman las plataformas de streaming, resulta obvio que la energía positiva que llega desde Qatar está tocando a casi todos.

La desbordante emoción que atraviesa a los argentinos opera como una catarsis sanadora. Después de la oscuridad, el dolor, el sufrimiento y la tristeza, hacía mucha falta este desahogo puro, surgido bien de las entrañas, sin mediación racional alguna. Se trata de una pulsión primaria y liberadora, transformada en gritos, saltos, abrazos, besos y lágrimas.

Los ciudadanos que conviven con una realidad agobiante y tóxica lograron encontrarse con la celebración que, de modo consciente o inconsciente, tanto anhelaban.

Un ritual gregario y desprovisto de enfrentamientos inocuos que permite, al menos temporalmente, "bajar la guardia" y simplemente reír y festejar sin pensar en otra cosa.

En ese ritual, el otro es un otro que constituye un nosotros en lugar de un ustedes. Lo que debiera ser algo razonablemente normal y habitual, se siente mejor por la potencia que adquiere al ser actualmente la excepción y no la regla. Es sabido: la escasez genera deseo.

Los rituales tienen para los seres humanos un rol de familiaridad y contención. Dan forma a un territorio simbólico que construye identidad.

En nuestro caso, puede tratarse de compartir el mate, brindar con una copa de vino, cantar hasta la afonía canciones del rock nacional, o tantas otras cosas que nos brindan la idea de pertenencia a una historia y sus tradiciones.

El fútbol es, para nuestra cultura, un icono de esos ritos que le dan forma y la sostienen a través del tiempo. La presencia en el estadio de estrellas de otras selecciones argentinas - campeonas del mundo o no- alentando con la misma pasión que el resto de los hinchas, refuerza una línea de continuidad imaginaria que al consolidar pasado y presente no sólo reconforta sino que permite soñar con un futuro distinto y mejor. El mensaje que envía la AFA es claro...

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