Fuego frente al espejo

Debo ser franca: la primera vez que vi las fotos pasé de largo. Los rostros desfigurados de esas chicas que posan como modelos me provocaban rechazo; no había en mí ni siquiera el morbo indispensable para entender qué había tras las imágenes de esas mujeres con rostros de cadáver, vestidas con ropas relucientes, ensayando para la cámara sonrisas imposibles con sus bocas desgajadas.Son chicas jóvenes, supe después, cuando pude atravesar la impresión, la pena profunda por esas caras derruidas. Se trata de víctimas de ataques con ácido, una dramática costumbre en países como Bangladesh o la India, donde pueden darse entre dos y tres casos por semana, pero también en Colombia y en países centrales de Europa.La singular producción de moda india con Rupa, Rita, Sonam, Laxmi y Chanchal, que buscaba que la gente tomara conciencia de esa práctica brutal que arruina la vida de tantas mujeres, circuló por noticieros y diarios y me pareció, en principio, una frivolidad de marketing, un show del horror que especulaba con sufrimiento real. Tuve que suspender el espanto para acercarme al tema. Las chicas y quienes las acompañan en su misión buscan concientizar al mundo y necesitan, además, ganar dinero para vivir y pagarse los tratamientos indispensables para recuperar piel, cartílagos, cabello, todos elementos vitales que algún novio resentido y violento o un familiar desbocado buscó herir de muerte lenta. Son mujeres que de un momento a otro mueren socialmente, a veces ni siquiera encuentran soporte familiar adecuado, pero además se les vuelve imposible conseguir trabajo, por lo que tampoco cuentan con dinero o seguridad social para las cirugías reconstructivas mínimas para su condición. A veces son decenas de pequeñas intervenciones las que necesitan para volver a ver, a oír, a respirar. El ácido no destruye sólo la piel, que es lo primero que afecta, sino que puede incluso llegar hasta los huesos si no se frena el efecto corrosivo a tiempo, en el mismo momento del ataque.Rupa, la diseñadora de las prendas que lucen las víctimas en la producción de fotos, fue atacada por su madrastra, mientras dormía. En Colombia, a Erika Vanegas (16) el novio le destruyó la vida. Le pagó a un inocente sicario de 9 años para que le arrojara un vaso de ácido: al chico lo engañó, le dijo que sólo era una broma con agua. "La forma más común de la desesperación es no ser quien sos." La frase pertenece a Sonia Choudhary, de la India, de 29 años, que sabe muy...

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