Más leña al fuego

Duele ver así a Independiente: arrinconado por los que dicen quererlo y, en realidad, le ofrecen amor del interesado. Pero por otro lado también da gusto ver la rebeldía de aquellos que de verdad lo llevan en la piel. La comisión directiva encabezada por Javier Cantero sostiene la lanza en una cruzada que para muchos parecerá quijotesca, aunque ellos van al frente. Pero también los secundan miles de escuderos, los socios, que se rebelan y que dejan la garganta en contra de los violentos. El complot de la barra brava contra el club y los dirigentes se tradujo anoche en la suspensión del partido ante Belgrano, que ganaba 1-0, por una agresión al arquero visitante Juan Carlos Olave. La polícia, impávida, se acercó al trote. Poco hizo. Nada. Las bombas de estruendo, una tras otra, dibujaron una dolorosa parábola mientras los Rojos se juegan la permanencia en primera. Dejaron en claro, en todo caso, quién es quién; cuál corazón late por dinero y cuál retumba por devoción.Los gestos desencajados del Tolo Gallego, a la carrera, hablaron de la desesperación, de la impotencia. Olave ya estaba en el piso. Un explosivo cayó a dos metros de él y lo dejó groggy. Enseguida, mientras aún lo atendían en el suelo, otro. Todo pareció planeado con el cinismo de un film de Hollywood. El segundo tiempo nunca empezó. Las banderas en contra de la jefa de seguridad del club, Florencia Arietto, siguieron colgadas en el alambrado. El día en el que la barra brava no pudo llevar su estandarte ?"Somos nosotros"?, sí entraron otros mensajes de puño y letra. "Arietto miente" y "Arietto, gobernadora. Una tribuna sin fiesta", se leyó ya en el primer tiempo. Ninguno de los 510 agentes se dio cuenta.Casi todos les apuntaron a los policías. "Fallaron los cacheos ?fueron rigurosos en el acceso de prensa? o se hizo mal la requisa en el estadio. Así tuvieron las bombas de estruendo. Todos fueron filmados y se harán las denuncias", dijo un funcionario.La incertidumbre mandó por unos cuantos minutos. Los hinchas dejaron un hueco en la tribuna y trataron de exponer a los culpables. Testigos contaron que fueron chicos de no más de 15 años, como para evitar eventuales detenciones. Los socios cantaron contra los violentos. También respaldaron a...

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