La formación de los docentes

Dos estudios recientes referidos a la educación en América latina y el Caribe, presentados respectivamente por Unicef/ Unesco y por OEA, permiten extraer conclusiones significativas para nuestro medio. La primera es satisfactoria para el país, ya que informa que la relación de la cantidad de alumnos por docente es en nuestro sistema educativo de 14 por 1, lo que nos ubica en un tercer puesto, sólo superado por Venezuela (9 por 1) y Uruguay (11 por 1). La otra, muy distinta, es que docentes con formación universitaria, especialmente en la escuela media, constituyen un 20%, lejos de Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Panamá, República Dominicana y Uruguay, países que cuentan con un 70% de profesores con preparación de ese nivel.Esa segunda información no debe precipitar juicios. Siendo indudablemente valiosa la titulación universitaria, los datos cuantitativos no implican en sí mismos una estimación de calidad mejor que la de centros de formación creados con objetivos esencialmente vinculados con la enseñanza. Hay que confrontar los datos expuestos con otros y considerar antecedentes valiosos que equilibran la apreciación inicial.Basta pensar que nuestro país tuvo un brillante desarrollo educativo a partir de la ley 1420 del año 1884, durante cuya vigencia nuestro pueblo alcanzó un grado de alfabetización comparable al de los países más avanzados. En ese tiempo el maestro se formaba en la escuela media, que pasó a ser carrera terciaria en 1970.También es oportuno recordar que hasta principios del siglo XX no se contaba aquí con ningún instituto o facultad que se ocupara específicamente de la formación de profesores secundarios. Fue el ministro Juan R. Fernández, en 1903, quien dejó establecidos los requisitos que permitieron instituir en el país un modelo de formación de gran calidad como el que regía en Alemania, creación que se...