El Ciclón, al final, quedó preso de su ansiedad

Al final, San Lorenzo fue puro empuje y emoción, pero se pasó de revoluciones y terminó con bronca por los dos puntos que se le escaparon en el Nuevo Gasómetro. El empate sin goles ante Tigre no fue esperado, aunque también vale remarcar que así como pudo ganar, también pudo perder. En ese ida y vuelta, en ese arriesgar para pelear el campeonato, no fue tan claro arriba, pero sí dejó huecos defensivos que no estuvieron del todo bien aprovechados por el equipo de Victoria.Los hinchas estaban impacientes. Quizá por ser locales, quizá por la obligación de sentirse superiores a Tigre, quizá por el triunfo de Newell’s un rato antes, sobre Quilmes. Desde el primer minuto se notó el apuro de la gente, los murmullos ante un pase mal dado o situaciones de riesgo que se hicieron esperar. Eso lo manejó bien el equipo durante la primera etapa, donde intentó (bien y mal) salir jugando, aportar movilidad para coordinar descargas y tener el arco de Javier García entre ceja y ceja. Así tuvo un par de situaciones con una incursión de Piatti por la izquierda, un remate desde afuera de Ortigoza y una jugada preparada de lateral, bien armada entre Romagnoli y Mas, cuyo zurdazo se fue por arriba del travesaño.En el segundo período, viendo que el cero no se modificaba, la ansiedad se propagó y los hinchas se levantaban para alentar, pero (al mismo tiempo) para recordarle al equipo en cada jugada que no dejara de buscar, de atacar. Y eso desesperó a San Lorenzo.Pizzi también intentó cambiar el curso del partido con modificaciones ofensivas y arriesgando: por eso terminó con Alvarado de lateral, Mercier (la figura del partido) como central y líbero. Y de la mitad de la cancha en adelante, todos futbolistas de buen pie, atrevidos y con desequilibrio: Elizari, Ortigoza, Piatti, Cavallaro, Verón y Villalba.El problema fue que el Ciclón, pese a que tuvo movilidad, no mostró el circuito fluido de otros partidos ni la potencia para resolver en el área rival. Le costó llegar limpio y elaborar...