Colón: un final humillante

La desdichada historia del Monumento a Colón parece haber alcanzado un final humillante, por cierto, tanto para la memoria del Gran Almirante como para los derechos de los ciudadanos de Buenos Aires, y también de los integrantes de las distintas colectividades italianas, sobre el patrimonio arquitectónico y cultural de su ciudad. En efecto, con el aval, el miércoles último, de la Cámara de Diputados, quedó ratificado por el Congreso el convenio firmado entre el gobierno nacional y el porteño para restaurar y trasladar el grupo escultórico a su nuevo emplazamiento, frente al Aeroparque.Pero esto no es todo. La presidenta Cristina Kirchner firmó un decreto por el cual se declara lugar histórico nacional al "conjunto urbano constituido por la Casa Rosada, el Museo del Bicentenario, la plaza Colón y la Reja Federal", además de encomendar a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos que los inscriba en el Registro Catastral y de la Propiedad. Un intento de legitimar definitivamente el caprichoso reemplazo del monumento a Colón por el dedicado a Juana Azurduy, un regalo del gobierno de Bolivia que se emplazará pronto en el lugar.Fueron 128 los votos positivos (del Frente para la Victoria, sus aliados y Pro), contra 62 negativos y 9 abstenciones, los que decidieron el futuro del monumento. Algunas de las razones esgrimidas para el desplazamiento rozaron lo ridículo: que una mole de 26 metros de altura "pone en riesgo la estructura de la ex aduana Taylor"...

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