El fin del ciclo populista

Si bien no existe una definición única sobre el término "populismo", en general se hace referencia a "un tipo de gobierno demagógico, a veces nacionalista y autoritario, que gasta más de lo que tiene y que pasa por sobre las instituciones y la ley, amparado en la fuerza que le da el apoyo de esa entidad teórica llamada pueblo". En un sentido más acotado, cuando los economistas hablamos de populismo, tendemos a referirnos a la aplicación de medidas insostenibles en el tiempo, aplicadas por gobiernos que se basan en el principio de que jamás hay que pagar un costo de corto plazo para generar un beneficio de largo plazo.

Si conceptualmente el término "populismo económico" se asocia al fenómeno de evitar sacrificios en el corto plazo, el conjunto de instrumentos tiende a repetirse: políticas fiscales y monetarias muy expansivas; controles de precios; proteccionismo, discrecionalidad y, por lo general, luego de un tiempo, atraso cambiario.

La duración de los ciclos populistas tiende a no ser demasiado larga, a menos que se produzcan condiciones externas excepcionales. Si lo que los define es justamente la aplicación de medidas insostenibles y la total ausencia de preocupación por el futuro, cuando éste llega y cuando lo que era sostenible deja de serlo, el populismo económico llega a su fin. El período 1940-1949 podría ser caracterizado como el más largo ciclo de aplicación de políticas populistas en la Argentina. El alza en los términos de intercambio que generó la Segunda Guerra Mundial para la Argentina culminó cuando en 1949 los precios agrícolas comenzaron a caer, se hizo notoria la aceleración inflacionaria y el deterioro del balance de pagos produjo el agotamiento de las reservas internacionales del Banco Central.

La Argentina enfrenta hoy algunos síntomas que dan cuenta del agotamiento del esquema económico populista que se implementa, probablemente, desde 2006. La política monetaria y cambiaria que posibilitó el resurgimiento de la inflación se mantiene sin cambios y el problema sólo es enfrentado falseando las estadísticas y controlando los precios. El gasto público creció hasta niveles récord en términos del producto bruto interno y depende, para su financiamiento, de la emisión monetaria y de los impuestos al comercio exterior que son, a su vez, muy dependientes de los volátiles precios internacionales de nuestros productos agrícolas. El congelamiento de los precios de la energía ha llevado a una monumental desinversión en el sector...

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