Un festín de demagogia y apocalipsis

Unos sostienen que Macri es el Videla de la canasta familiar; otros que es un Kirchner de buenos modales. En el medio, algunos comunicadores y ciertos artistas de variedades, ya sin el incentivo de la pauta oficial ni el temor al hostigamiento del Estado, y con la ideología del rating como única y sagrada bandera, se lanzan sobre Cambiemos armados de feroces y contradictorios argumentos de izquierda y de derecha, e impostando una sensibilidad social de la que carecían hasta hace tres semanas y un día: garpa ser apocalípticos y demagógicos, camaradas, y entonces urge el festín. No es, por supuesto, que este gobierno de seis meses y fragilidad de origen no ofrezca flancos ni merezca críticas: se manda macanas todo el tiempo, su plan económico todavía es un albur y la prensa debe cumplir su objetivo de señalarle los errores. Pero algunos atolondrados del minuto a minuto arremeten a ciegas, sin marco histórico ni teórico, ni meditación ideológica alguna, y entonces vemos carneros de antaño transformados de repente en carnívoros voraces, y monjitas inocentes actuando como meretrices. Los debates o conversaciones de la gran tertulia argentina usualmente calientan pero no esclarecen; hay momentos surrealistas en los que un progre coincide con el ensañamiento de un neoliberal, hasta que de pronto descubre que en realidad éste está criticando a Macri no por ser cruel e impiadoso sino por ser blandengue. Y viceversa. A los que luchan contra las dos simplificaciones los escupe Dios, y los estraga el aire. Por supervivencia y por decoro, nadie quiere quedar como oficialista (una moda kirchnerista provisoriamente en extinción) y, por lo tanto, hasta el más prudente sobreactúa catastrofismo. En fin, como si no tuviéramos problemas reales y agitadores profesionales en las calles, ahí están las fraguas y los huracanes mediáticos.

Un debate serio entre tirios y troyanos debería tender a aclarar si el macrismo es un hambreador serial sin parangón, como pretenden los cristinistas, y si el "proyecto nacional y popular" es inocente de los tremendos sinsabores actuales que padece el pueblo argentino después de 12 años de poder absoluto, viento de cola, manteca al techo y economía insustentable. Sería interesante también que la otra minoría intensa explicitara, en respuesta, el plan transformador que le reclama al Presidente. Les daré una ayudita, para ponerlo todo negro sobre blanco: Macri debería decirle a la gente que la salvó de otro 2001 y esperar...

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