Fayt, un juez ejemplar

Autor de fallos memorables y de decenas de libros de derecho, defensor de la libertad de expresión, , fallecido a los 98 años, uno después de haber presentado su renuncia como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, encarnó en su extensa trayectoria judicial el ideal de lo que debe ser un juez: honesto, transparente e independiente, y con el temple necesario para resistir las presiones e incluso los ataques del poder político.

Su magisterio fue creciendo no sólo en lo jurídico, sino también en el campo de lo moral, hasta ubicarse en las antípodas de una Justicia en la que empezaron a descollar por sus escándalos los Oyarbide, los Canicoba Corral, los Freiler, los Ballestero, los Rafecas y otros menos conocidos.

De origen salteño, Fayt provenía del socialismo de Juan B. Justo y de Alfredo Palacios. Ejerció como ministro de la Corte a lo largo de 32 años, desde que el entonces presidente Raúl Alfonsín lo eligió tras el retorno de la democracia, en 1983. Fue, así, el juez decano de toda la historia del más alto tribunal del país y le tocó protagonizar la restauración democrática y luego convivir con los ministros de la llamada "mayoría automática" del menemismo. Por eso, solía votar en minoría junto con los ministros César Belluscio, Enrique Petracchi y Gustavo Bossert .

No temía disentir, como ocurrió cuando defendió la irretroactividad penal y la cosa juzgada y fue disidente en los fallos en los que la Corte ratificó la ley que declaró la nulidad de la Obediencia Debida y el Punto Final. En el caso Arancibia Clavel también votó en disidencia, por considerar que había prescripto el delito y que los hechos, por graves que hubieran sido, no podían ser juzgados.

Siempre independiente, su arribo a la Corte antes de la reforma de la Constitución en 1994 le permitió continuar más allá de los 75 años. Pero su resistencia a todo tipo de presión lo convirtió en un obstáculo cada vez más serio e insalvable para los designios del kirchnerismo, a medida que ese régimen se perpetuaba en el gobierno y estallaban, uno tras otro, los escándalos de corrupción y la consecuente necesidad del oficialismo de entonces de manejar y sojuzgar a la prensa independiente y a la Justicia.

A ello se opuso Fayt, quien, como señalamos el año pasado en esta columna, se había convertido en el guardián de la Constitución. Mientras resistía los ataques, votó siempre impartiendo lecciones de docencia republicana, en defensa de la libertad de expresión y de prensa...

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