Los familiares, de la emoción profunda al reclamo de que los condenados vayan a prisión

El audio de la pantalla instalada frente a los tribunales de Comodoro Py no funcionaba. Haydée Alorio estaba ansiosa, pero no se apartaba de las rejas de la entrada. De pronto, el sonido comenzó a oírse justo cuando uno de los jueces nombraba a las 51 víctimas de la tragedia de Once; entonces la mujer buscó complicidad en una conocida. Estaban congregadas junto con los demás familiares. Se tomaron las manos para escuchar la primera de las condenas: nueve años de prisión para Claudio Cirigliano. Estallaron en lágrimas y abrazos. Mientras el resto del público aplaudía, Haydée gritaba con algarabía.

La mujer de 74 años, mamá de Juan Carlos Alonso, de 41, uno de los fallecidos, no quería estar presente en la última audiencia. De hecho, había participado en sólo una durante el largo proceso pero no se había sentido bien al revivir el fatal accidente. Por eso, Haydée decidió escuchar las sentencias afuera. "Si algo no me gusta puedo irme a llorar por ahí", confesó. No hizo falta. Pudo mantenerse en pie. Con euforia se sumó a los aplausos enérgicos cuando fue condenado el ex funcionario Juan Pablo Schiavi.

"¡Que vayan todos presos!", gritó la mujer con quien se abrazaba. Se trataba de la cuñada de Carlos María Garbuio, otra de las víctimas. Lloraba conmovida. "Está bien la pena al maquinista. Algo tiene que llevarse", le explicaba a Haydée. En cambio, se mostraba disconforme con la condena al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime. "Es muy poca", aseguraba, mientras continuaba llorando. A escasos metros, Rodolfo, un entrañable amigo de Garbuio, mantenía su vista fija en la pantalla. Sus ojos llorosos y colorados eran "de bronca", explicó.

A medida que los jueces del Tribunal Oral Federal N° 2 avanzaban con la lectura de la sentencia, los ánimos se aplacaban. Más adelante, cuando se dio a conocer la condena para Jaime, los silbidos se hicieron escuchar. "¡Ladrón!", "¡Asesino!", respondían a su nombre los familiares. También hubo muestras de descontento cuando se leyeron las absoluciones.

Pero a Haydée ya no le importaba. Sólo quería fundirse en un fuerte abrazo con su esposo, que estaba adentro del tribunal. A diferencia de ella, Juan Carlos presenció casi todas las audiencias del juicio; sólo faltó cuando se cayó por las escaleras de Comodoro Py. La última vez que se habían visto continuaban sumidos en la tristeza, sin nada, y finalmente ahora volvían a verse con "algo" para su hijo "Coqui".

"Estoy emocionado", fue lo primero que dijo Juan...

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