Una familia rural, blanco de los narcos

IBICUY, Entre Ríos.- Hay noches que no duerme. Pasa las horas sentado en la cama. Sufre porque su vida y la de su familia se trasformaron en una pesadilla. Pero no piensa rendirse. Su idea es resistir. Sabe que no será fácil, ya que detrás de las amenazas de muerte y los ataques a balazos que lo tienen como blanco, está una banda de narcotraficantes que "perdió" en su campo un cargamento de marihuana.La pesadilla de Oscar Maglioni; de su esposa, Fabiana Parada, y sus cuatro hijos comenzó el 16 de septiembre pasado, cuando al llegar a su casa en el campo El Charolay y oír el ruido de una lancha, alumbraron con linternas hacia el arroyo Baltasar, a 600 metros de distancia, y se encontraron con una tremenda respuesta: 15 balazos.Desde esa noche, los Maglioni, que se dedican a la crianza de hacienda, perdieron la paz. Desde entonces, ya nada fue igual en El Charolay y La Tormenta de Islas, el otro campo de la familia. Tres días después de esos disparos, Juan Gervasio, uno de los hijos del matrimonio, encontró en una de sus recorridas habituales un paquete extraño: un "ladrillo" de marihuana, ése que, seguramente, iban a buscar aquellos que balearon la casa familiar al advertir que se les habían cruzado en su camino."Era obvio que alguien lo había arrojado desde una avioneta para que después lo pasaran a buscar. No era sólo un paquete, era una bolsa negra que tenía varios ladrillos. Vino la policía y después del pesaje comprobó que eran 28 kilos de marihuana", recordó a LA NACION Maglioni, de 60 años y con 46 de experiencia en las 850 hectáreas del campo. Primero fue capataz de los anteriores dueños, hasta que compró los lotes a un muy buen precio ("casi regalado", confesó).Desde el hallazgo de la droga se complicó la situación de los Maglioni, pese a que tienen custodia policial las 24 horas. Entre la noche del 25 y la madrugada del 26 de septiembre, la pesadilla volvió."Una lancha detuvo su marcha en el arroyo Baltasar. Fue un ataque de media hora, una tremenda balacera", recordó Maglioni. El custodio repelió el ataque: disparó seis tiros, pero los agresores escaparon igual.El arroyo Baltasar, que cruza El Charolay, se comunica con el río Paranacito y éste con el río Uruguay. Es decir, se trata de una vía de comunicación casi perfecta para los narcotraficantes. "No sé lo que pasa. Yo no molesto a nadie. Sólo me ocupo de trabajar", dice una y otra vez Maglioni, en la cocina de su casa...

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