La familia, un compromiso efímero y devaluado

Con la llegada de las fiestas de fin de año, quienes tienen la suerte de contar con una familia se reúnen para celebrar, en una tradición que encierra profundos sentimientos. Nochebuena con unos, con otros, familias ensambladas, padres separados que organizan cómo acompañar a los hijos y un cúmulo de gente sola que añora ese ámbito de encuentro, aun con todos sus bemoles.Muchos recordarán que, durante años, separación y divorcio fueron malas palabras en la Argentina. Tanto que incluso hubo una figura como el llamado divorcio no vincular que no habilitaba para un nuevo matrimonio. Finalmente, en 1987, se sancionó el divorcio vincular, que concedía plena habilidad nupcial, esto es, que permitía volver a casarse. Sobrevino un período de "blanqueo" durante el cual se divorciaron vincularmente todos aquellos que no habían podido hacerlo en el pasado y, lentamente, se estabilizó la situación.A partir de entonces resultó muy fácil divorciarse: bastaba la voluntad de una de las partes y el divorcio vulgarmente llamado "exprés" se dictaba rápidamente. El más reciente Código Civil y Comercial dispone que las discusiones entre las partes sobre los efectos del divorcio no pueden demorar la sentencia de divorcio, que se dicta sí o sí.El matrimonio tradicional como tal quedó esencialmente devaluado: es tan fácil divorciarse y son tan débiles los vínculos afectivos, arrollados por una ráfaga de hedonismo y de búsqueda del placer instantáneo, que muchos jóvenes, muchos de ellos también surgidos del seno de familias divorciadas, han optado por no casarse. ¿Para qué? La convivencia de los novios no requiere ya, como antes, pasar por el Registro Civil. No hay ya sanción social para quien transgrede una supuesta regla que se sostuvo largamente en el tiempo. En muchísimos casos, la llegada de los hijos se posterga todo lo posible, priorizando el desarrollo profesional, el crecimiento económico y la propia satisfacción de la pareja.Por motivos muchas veces prácticos y que no dejan de ser extraños, algunos vuelven a pensar en el matrimonio cuando llegan los hijos; decimos extraño, pues ya no hay diferencias entre los hijos que nacen del matrimonio y los que no, y está eliminada toda discriminación al respecto en nuestra ley. Seguramente tenga más que ver con algún tipo de consideración social diferente a partir de la prole.Lo cierto es que hay menos matrimonios. Y cuando los hay, duran poco. En Buenos Aires, en un año, los divorcios aumentaron el 41%, sacando...

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