Era más fácil jugar que mirar desde el costado de la cancha

Ginóbili, la noche del último partido contra Golden State, en Oakland

SAN ANTONIO.- Hace un mes que anuncié que no iba a seguir jugando. Ya llevo 30 días de retirado, aunque en realidad mi último partido fue hace más de cinco meses, por lejos el mayor distanciamiento de la esfera naranja desde que nací. Nunca me había sucedido. Como conté en la columna anterior, al volver de vacaciones toqué la pelota un par de veces, la piqué, la olí, pero ya no era lo mismo. Puede sonar algo ingrata mi postura frente a ese objeto que me dio tantas cosas pero, por el momento, no lo extraño para nada. Es más, estoy más convencido de que hace un mes que tomé la decisión correcta.

Todavía no tuve mucho tiempo para aburrirme o extrañar. La primera semana tras el anuncio del retiro mantuve cierta rutina familiar con la escuela de mis hijos y en las semanas posteriores estuve también bastante ocupado con distintas cosas. Sinceramente, con lo del anuncio fue una especie de caos por unos días, después hicimos un viajecito de novios con mi mujer. De esos que no hacíamos hace rato. La semana siguiente vinieron amigos a visitarme e, inmediatamente después, Pop y sus asistentes me invitaron a unirme junto con ellos a lo que llaman "coaches retreat", un viaje de cinco días donde se reúnen unas siete u ocho horas por día y debaten cómo será la temporada, la forma de entrenamiento, los jugadores, sistemas de juego, etcétera. La verdad es que la pasé muy bien y aprendí mucho. Como vengo reiterando hace un tiempo, no tengo ninguna intención en el futuro cercano de pasar a ser entrenador, pero creo que una oportunidad así, ideal para aprender y ver el básquet desde el otro lado, no se tiene todos los días, por lo que acepté con gusto y fue una gran decisión. Tengo gran aprecio tanto por el jefe, como por sus asistentes, que son todos amigos desde hace mucho tiempo.

Hace un par de días fue la presentación del equipo en el Media Day y es el primero al que falto desde que estoy en San Antonio. Fueron 16 veces consecutivas las que participé de esa actividad, pero no hay nostalgia detrás. Por más que me llevo muy bien con casi todos los periodistas que cubren y cubrieron el equipo en estos años, el Media Day nunca fue uno de los días favoritos de la temporada. Muchas preguntas similares, muchas fotos, muchos anuncios y, en ese momento, lo único que los jugadores quieren es empezar a entrenarse. Ponerse los cortos y empezar a practicar con los nuevos compañeros del equipo y...

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