De fábula: un premio por el que no debió sufrir

VIÑA DEL MAR.- Los penales le dieron a la Argentina lo que mereció largamente en los 90 minutos. Fue tan dramático como una final. Agotador para el cuerpo y la cabeza. Extenuante, demoledor para el sistema nervioso. Un sufrimiento sin fin, que parecía que se iba a extender indefinidamente en los penales. La clasificación a las semifinales estuvo en el pie derecho de Biglia, pero no, el remate se fue desviado. Qué desgracia. El destino parecía burlarse de uno de los jugadores más laboriosos. Romero se calzaba el traje de héroe como en San Pablo ante Holanda y atajaba el remate de Zúñiga. Salvador Romero, que casi no había intervenido en los 90 minutos. Ahora sí, la oportunidad de ser el hombre de la noche es de Rojo, un atrevido, un tractorcito, pero le saca astillas al travesaño. Qué fatalidad. No puede ser, hay un maleficio, que se espanta un poco cuando el remate de Murillo tiene destino de la laguna Sausalito. Y aparece Tevez, el que había desaparecido del seleccionado después de fallar el penal que fue la eliminación ante Uruguay en la Copa América en nuestro país. No había sido tenido en cuenta por Martino en la serie de cinco, pero fue como si los penales lo hubieran ido a buscar a él, lo eligieron a este Carlitos predestinado para tantos momentos culminantes. Y Tevez puso a la Argentina en las semifinales como no pudo hace cuatro años. De fábula.

El fútbol habría sido muy cruel con la Argentina si quedaba eliminada. El equipo sigue apretado en esa morsa que lo muestra siempre superior a los rivales y a la vez condenado a malvivir con resultados cortos, apretados, angustiantes. Anoche jugó el mejor partido de la Copa América y tampoco le alcanzó para establecer diferencias en el marcador con esta Colombia atlética, muy física, dura, agresiva en el cuerpo a cuerpo, alejada del toque y la pausa de la década del 90.

La Argentina fue fiel a sí misma, a su idea y estilo futbolístico, y Colombia planteó el partido desde una contradicción: Pekerman introdujo cambios ofensivos, con Jackson Martínez e Ibarbo de entrada, pero llevó el partido al roce y a la fricción. Con James Rodríguez desentendido de la creación para seguir a Biglia; con Ibarbo atento a Zabaleta; con Teo Gutiérrez tratando de entorpecer la salida de Mascherano. Mejía lo perseguía a Pastore y Arias no le perdía pisada a Messi, que hizo un gran partido, por talento y carácter.

La de Colombia era una propuesta guerrera sin los intérpretes indicados, corregida tempranamente por...

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