Fábricas sin humo

Hasta el viernes pasado, en El Picadero, se estuvo presentando El loco y la camisa, montaje de Nelson Valente nacido y criado en Banfield. Desde el viernes, se está presentando en el Teatro Payró Los Lugones, obra de Cristian Palacios nacida y criada en Villa Bosch. Detrás de esta supuesta coincidencia, hay una realidad: la cantidad de salas del sur y oeste del conurbano que se han convertido en usinas de formación, producción y exhibición de espectáculos musicales, teatrales y coreográficos.

Según la Red Teatral del Sur, en Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Florencia Varela, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora y Quilmes, hay 71 salas. Según esa misma fuente, en esa región trabajan 60 grupos de teatro. Al dato cuantitativo se suman aspectos cualitativos. Desde hace unos años, el nivel de la oferta artística que se genera en estos espacios ubicados más allá de la General Paz es de tal transcendencia que ha logrado revertir ciertos hábitos de consumo cultural. Al mismo tiempo, ha hecho que la ostentosa ciudad de Buenos Aires empiece a reparar en lo que se genera en estos territorios del suburbio. De hecho, la obra El loco y la camisa es un éxito de la cartelera porteña. El espectáculo es una producción del Banfield Teatro Ensamble. El Ensamble es como un mascarón de proa de todo ese movimiento, pero hay muchos otros signos emergentes.

En la zona oeste, por ejemplo, desde 2007 se realiza el Festival Internacional de Artes Escénicas Pirologías. Lo dirige Cristian Palacios (prestigioso actor, dramaturgo, puestista). Él también codirige a la Compañía Nacional de Fósforo. En la última edición de Pirologías, se presentaron 22 espectáculos de 11 países. En esa movida que tiene como epicentro a Villa Bosh, se estrenó el espectáculo Los Lugones, obra que escribió Palacios y que dirigió el español Guillermo Heras.

Hace una semana, mientras montaba un espectáculo en el Centro Dramático Español, el reconocido puestista y exquisito especialista en temas de gestión cultural trazaba un panorama histórico sobre los bolsones de renovación escénica. En ese barrido que se inicia a fines de los años ochenta, Guillermo Heras resalta las distintas ediciones del festival La Movida, la aparición del grupo Caraja-ji con su extraordinaria nómina de creadores, la consolidación del grupo El Periférico de Objetos, la excelente generación de danza posmoderna y la gran red de salas independientes desparramadas por la ciudad. "Sin embargo, hace unos años, empecé a...

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