Nada para exponer: una muestra de arte con salas vacías

No es la primera vez que la artista cordobesa Dolores Cáceres provoca un debate en su ciudad con una operación artística. En 2008, durante el conflicto del gobierno con los productores rurales por la resolución 125, Cáceres plantó soja en los jardines del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa para su proyecto "Qué soy". Eso causó conjeturas sobre los designios de la artista (si era K o anti-K, la monótona letanía de esta década) y aglutinó a organizaciones políticas y de la comunidad LGBT en defensa de sus derechos.

Este año, Cáceres fue convocada por el director del Caraffa, Jorge Torres, para hacer una retrospectiva de su obra en tres salas. Ella propuso realizar un "trabajo de sitio y tiempo específico" en las salas 5, 6 y 7 al que bautizó #sinlimite567. Su propuesta fue, con apoyo del personal del museo, acondicionar mínimamente los espacios, reemplazar la luminaria, quitar paneles de durlock, no más, y publicar un catálogo en el que explica el uso del hashtag en el nombre de la muestra y la elección tipográfica de los carteles, y reproduce los planos de las tres salas y un detallado currículum de su trayectoria. El resto son páginas en blanco. Hay, además, una dedicatoria que quizás alude a la matriz del proyecto: "A mis hijos".

Cáceres es una artista que nació en los años 60 en la capital de su provincia. En la década de 1990 su obra se hizo conocida con la muestra colectiva El día electrónico, en el Caraffa. Ya sea en Córdoba, Buenos Aires o París, realizó más de treinta exposiciones individuales y colectivas. También participó de varias bienales con obras conceptuales, performances y arte antimercantil. Este año, por ejemplo, llevó a la XII Bienal de La Habana sus neones y carteles con la leyenda "No vendo nada", que fueron situados en las calles céntricas de la ciudad. Sus acciones de arte público, como Cucú (2010) o Contralugares (2011), se vinculan con los trabajos de Marta Minujín, Alfredo Jaar y Niki de Saint Phalle, a quienes admira.

Daniel Capardi, que en 2008 dejó la dirección del Caraffa y es un investigador del arte conceptual local, señala que la obra de Cáceres propone "la generación o construcción de situaciones, exhibiendo el espacio del museo como el rol del espectador. Invirtiendo o alterando, incluso, la relación sujeto y objeto". Desde ese ángulo, en las salas "vacías" del Caraffa, llevadas a su grado cero por la artista, los espectadores representan el acontecimiento y la obra se convierte en un proceso...

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