Evitar conflictos de intereses

La corrupción persiste porque quien se corrompe cree que nunca lo alcanzará el peso de la ley. Y porque muchos de quienes deben prevenirla, denunciarla y penalizarla prefieren desviar la mirada. Otros, en tanto, no alcanzan a comprender el mal que puede llegar a provocar. Se ha dicho muchas veces -y ha quedado lamentablememte atestiguado con casos como el de la tragedia ferroviaria de Once, en el que murieron 51 personas- que la corrupción mata. Es así, sin eufemismos. La corrupción viola derechos de las personas, amenaza la seguridad de los Estados, daña las economías, deteriora la calidad de vida y favorece la actuación del crimen organizado. Corroe todo lo que encuentra a su paso.

No hay corrupción pequeña o grande, más o menos perdonable. Las reglas de la ética siempre deben ser acatadas. Y es deber de todos los ciudadanos y, especialmente de quienes los representan, no sólo cumplirlas, sino exigir que sean cumplidas.

Por estos días se habla mucho de los conflictos de intereses vinculados con funcionarios del actual gobierno nacional. Y está muy bien que la vista esté puesta en descubrir cualquier tipo de situación anómala. Si bien el conflicto de interés no es en sí un delito, puede derivar en ellos. Esa figura tiene una finalidad preventiva que busca salvaguardar los principios de honradez, legalidad y eficiencia que rigen el manejo de la cosa pública.

Que sea numerosa la lista de funcionarios sospechados de incurrir en esa figura, nómina que está siendo analizada por la Oficina Anticorrupción, es un dato que debe ser destacado y celebrado. Poner la lupa sobre posibles colisiones de intereses implica evitar que la cuestión, llegado el caso, se convierta en delitos como negociaciones incompatibles o tráfico de influencias. La Oficina Anticorrupción (OA), a cargo de Laura Alonso, acumula hoy más de 90 expedientes con casos de conflictos de intereses protagonizados por funcionarios macristas.

Muchos de ellos ya fueron cerrados tras la correspondiente investigación, que determinó que no hubo tales conflictos o que, si los hubo, se generaron y se acataron las advertencias para que no pasaran a mayores. Otros se siguen investigando. La OA actúa de oficio, pero también por la consulta de los implicados o por denuncias de terceros.

Durante los más de 12 años de gobiernos kirchneristas, esa oficina actuó casi exclusivamente de oficio. Quienes entonces ostentaban el poder no se mostraban interesados en consultar sobre sus posibles conflictos de...

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