Eufemismo

Una sede de la Compañía Italo Argentina de Electricidad, en donde hoy está el Museo del Holocausto

El sarcasmo de los eufemismos. Mi padre murió a los 84 años, en 1988. Estaba jubilado. Había trabajado durante, creo, 44 años, en la misma empresa en la que ingresó en 1928, recién emigrado de Italia, la CIAE (Compañía Italo Argentina de Electricidad) que, posteriormente, devino parte de SEGBA. En ese lapso, había aportado para su jubilación de personal jerárquico. Había hecho cálculos como la lechera de la fábula de Esopo que, camino del mercado, derramó el cántaro de leche cuya venta eventual le había permitido soñar con lujos. Los sueños yacían en tierra.

Cálculos semejantes le habían hecho concluir a mi padre que, ya retirado, podría pasar tres meses en Italia por año, en su ciudad...

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