La eterna reinvención de Batman

Cuenta la leyenda que, con tal de no hacerle sombra a Bob Kane, los primeros (y anónimos) dibujantes de Batman no tuvieron problemas en retratar de múltiples maneras al habitante más famoso de Ciudad Gótica. Esa aparente contradicción no resultaba un obstáculo: lo que interesaba era ayudar a Kane, afortunado creador del más grande justiciero de la historieta y de la pantalla, para que el personaje alcanzara en poco tiempo una altura y una relevancia a las que jamás llegaron sus competidores.Batman, como sabemos, se presentó en sociedad en las páginas de la revista Detective, en mayo de 1939. Un tiempo en el que desde los medios más populares de Estados Unidos (radio, pulp magazines) se contestaba simbólicamente al reclamo de justicia planteado por una sociedad agobiada por la crisis económica y temerosa de la inseguridad, la corrupción y la anomia social. En ese momento, Batman surgió como abanderado de una tropa de audaces y temerarios justicieros, resueltos a enfrentar al mal enquistado en la sociedad.Ninguno de ellos contaba con superpoderes: eran tan humanos como las víctimas que se disponían a redimir. Pero se apoyaban en una sensación de invulnerabilidad que nacía del convencimiento de su tarea. Un compromiso que terminaba colocándolos al margen de las normas y de las instituciones, ocultos tras máscaras, capuchas y antifaces, hasta que la ley dejara de proteger a los culpables y se pusiera del lado de las víctimas. El mismo Bruce Wayne adoptó la enigmática vestimenta del Hombre Murciélago después de ser testigo de la muerte violenta de sus padres a manos de uno de esos impunes criminales.En aquellos tiempos iniciales, a Batman no le costaba mostrarse desde la historieta como un vengador igual de violento. Verlo con un arma de fuego aún humeante en sus manos –algo que sorprendería en la actualidad– no era extraño por entonces. Poco después, con la aparición de Robin, ese impulso se atenuó y las aventuras del Dúo Dinámico durante los más reposados años 50 sirvieron de prólogo a la ingeniosa, regocijante y casi autoparódica etapa del Batman televisivo de los sesenta, el de Adam West y sus coloridos "villanos invitados".En esa etapa más ligera, Batman también empezó a coquetear con la ciencia ficción. Un mundo que en 1956 quedó representado por primera vez con el sello de la Liga de la Justicia (Justice League of America, desde su primitiva expresión original en inglés). Allí, el Hombre Murciélago era el único mortal dentro de una escudería de...

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