Estafadores estafados: un Goya falso en una cadena de falsedades

La historia podría haber sido una novela intrincada o una especie de alegoría moral que admitiría resumirse del siguiente modo: quien fue estafado, estafó y volvió a ser estafado. A los hermanos Jaume y Joan Font les llevará un buen tiempo comprender cuál es la moraleja de sus fallidas peripecias en el mercado del arte, que terminaron al recibir 1,7 millones de francos (equivalentes a 1,1 millones de euros) en billetes fotocopiados a cambio de una falsa pintura de Goya.

La trama se remonta a 2003. Fue entonces cuando los hermanos Font acordaron adquirir por 270.000 euros Retrato de Antonio María Esquivel, un cuadro de 80 por 60 centímetros pintado presuntamente por Goya. Pagaron un anticipo de 20.000 euros al fotógrafo Ramón Calvet, que lo había adquirido en una casa de subastas. Esperaban un certificado de autenticidad. En el contrato de compraventa habían acordado que, en el caso de que el cuadro fuera auténtico, pagarían 250.000 euros más. Aunque Calvet había entregado a los dos hermanos informes que acreditaban la autenticidad, en 2006 la Audiencia de Girona determinó que la obra era falsa.

Lo curioso de toda esta historia es que ningún experto en cuestiones de estilos había confundido jamás el Retrato de Antonio María Esquivel con un Goya auténtico. Como sea, tras un juicio se quedaron con el cuadro, pero sin los 20.000 euros de anticipo. Doce años más tarde, decidieron vengarse.

Jaume y Joan Font parecen haber creído que no sería muy difícil encontrar otro comprador tan incauto e inexperto. Después de todo, si ellos habían sido crédulos, por qué no también otros. Con la misma falsa documentación con la que Calvet los había convencido...

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