Esmeralda Mitre: 'Trabajé, me formé, no me regalaron nada'

Trabajar con Santiago es un sueño cumplido. Es el cineasta argentino que más admiro y una persona clave en mi formación cultural", dice Esmeralda Mitre, una de las protagonistas de Hija única, cuarto largometraje de Santiago Palavecino que se estrenó anteayer. Los presentó un amigo en común también estrechamente relacionado con el cine, Edgardo Cozarinsky, hace 13 años, cuando Esmeralda tenía 21 y recién había debutado en televisión con un pequeño papel en la telenovela para adolescentes EnAmorArte, protagonizada por Emanuel Ortega y Celeste Cid. "A partir de ahí siempre quisimos trabajar juntos, pero no se dio hasta este año -cuenta la actriz-. Yo iba ser parte del elenco de una película que Santiago no hizo por falta de presupuesto. Después me llamó para Algunas chicas, pero justo estaba con Incendios, la obra de Sergio Renán. Palavecino es hoy mi mejor amigo, una persona muy especial para mí, igual que Cozarinsky, Norman Briski, Miguel Guerberof y Juan Carlos Gené. Con todos ellos me formé".

En Hija única, Mitre es Berenice, la esposa de un director de cine (Juan Barberini) que descubre que es hijo de desaparecidos y tiene una herencia para cobrar. La primera mujer de ese cineasta (Ailín Salas) muere en un accidente de tránsito, él se casa cinco años más tarde con Berenice y tienen una hija que es muy parecida a su antigua esposa. De hecho, en la película Salas también se hace cargo de ese papel. "Berenice tiene muchas cosas de Esmeralda -sostiene Mitre hablando de sí misma-. Es una mujer muy fuerte que se da cuenta de que la vida que está llevando no da para más. Ella es la que sostiene esa relación: es un sostén económico y creativo, mientras su marido se hunde cada vez más. Entonces ella decide enfrentar el verdadero drama de su vida, tiene ese coraje. Y a partir de esa decisión descubre unas cuantas cosas importantes. Berenice se hace cargo de lo que le toca y también sabe perdonar".

-¿Te entusiasmó de entrada el personaje al leer el guión?

-La verdad es que hubiera hecho esta película sin leer el guión. Porque admiro profundamente a Santiago. Es un director con una mirada extraordinariamente distinta, jugada, verdadera, audaz, muy personal. Pone en juego al espectador para que crezca, no lo subestima. Su estética, su ética y su manera de pensar me parecen increíbles. El guión estaba muy bien escrito, pero cambió bastante durante el rodaje porque a Santiago se le ocurren cosas todo el tiempo. Se escapa de las obviedades, propone...

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