Escrito a mano. En busca de la inspiración perdida

Desde todo el mundo, lo enamorados llegan hasta el Pont des Arts y otros puentes de París, para simbolizar las promesas de compromiso con un candado cerrado sobre la reja y su llave arrojada al Sena

Pudo haber sido un sueño, con escenas dignas de la serie Emily in Paris. Pero ahí está, para demostrar que no lo fue, la bicicleta pinchada en el balcón. Mientras espero tener ánimo para llevar a arreglar su cubierta, le cuento a cada visita cómo llegó hasta acá ese objeto plegable que alguna vez me condujo por las calles de Montparnasse y Le Marais .

La invitación por trabajo llegó hace casi una década, cuando ya casi había superado mi enamoramiento estudiantil por Cortázar y los encuentros azarosos de Horacio Oliveira con La Maga . Los recuerdos de Rayuela volvieron como si los hubiera vivido cuando supe que pasaría casi una semana recorriendo la capital francesa, aunque no encontré mucho de aquella bohemia en mis paseos por el barrio latino.

Tal vez algo de ese clima en el aroma a libros viejos que se respira dentro de Shakespeare & Co, la famosa librería donde Jesse y Céline se reencuentran en Antes del atardecer (2004). Una década más tarde, otros dos jóvenes coincidían en ese mismo lugar: ella se inclinaba con una lapicera sobre su libreta, junto a una ventana abierta y un escritorio con una antigua máquina de escribir y un ramo de flores; él leía con una concentración similar, acurrucado en un viejo sillón de cuero.

No supe si eran pareja, como la que se tomaba fotos en la vereda minutos después: él lucía un impecable traje gris; ella un largo vestido blanco, un ramo de flores y una amplia sonrisa de labios rojos. O como los tantos enamorados que llegan desde todo el mundo hasta el cercano Pont des Arts , para simbolizar las promesas de compromiso con un candado cerrado sobre la reja y su llave arrojada al Sena.

Faltaba todavía para que el incendio de la cercana Notre Dame impactara casi tanto a nivel global como el derrumbe de las Torres Gemelas. "Happy is the new chic", decía la bolsa ecológica del hombre que caminaba por la Rue des Archives, en Le Marais, con una enorme baguette al hombro. Se cruzó con un apuesto cuarentón que empujaba un carrito con una nena y dos bebes idénticos, mientras hablaba relajado por teléfono.

"¿Qué hacen las mujeres en París?", le pregunté a mi amiga Nathalie, que me alojó en su monoambiente una noche extra. La invitación a cubrir la presentación de un perfume incluía alojamiento en el Hotel Molitor...

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