Escrito sobre el libro: señales que hablan de la identidad de los lectores

Las huellas que deja la lectura en los libros pueden ser infinitas: subrayados, palabras resaltadas, anotaciones al margen, papeles pegados, pliegues en las hojas. Existen también marcas que señalan a quién va dedicado el ejemplar y otras que indican propiedad: nombres escritos a lápiz o impresos en sellos y ex libris, grabados de diversos formatos y técnicas realizados, en su mayoría, por artistas. Sobre esos rastros dan cuenta tres trabajos artísticos que coinciden por estos días en Buenos Aires: el ciclo de entrevistas públicas Libro Marcado, la muestra de la colección de ex libris de la Biblioteca Nacional y la performance Dedicatorias.

Los vestigios que estampan los lectores a medida que pasan las páginas pueden "leerse" como pistas del impacto causado por determinadas frases o palabras. Y hasta pueden demostrar, también, ciertas manías. En Libro Marcado, ciclo curado por Cecilia Szperling, que lleva ocho años ininterrumpidos en diversas sedes, Martín Kohan mostró al público cómo quedan los libros después de que pasaron por sus manos. El escritor inventó un código de marcación con dibujos parecidos a los del I Ching. "Parece una señalización casi aeronáutica. Pero cada símbolo (dos o tres rayitas horizontales) tiene un sentido, un significado", contó Szperling. Con el objetivo de rastrear las marcas que dejan artistas y autores en los libros, en la primera edición del ciclo participarán el poeta Lucas Soares y el fotógrafo Bruno Dubner.

Entre las confesiones que más sorprendieron a Szperling está la de Pedro Mairal. "Trajo una edición completamente marcada e intervenida de los Poemas completos de Borges, de 1951. Todas las anotaciones, los subrayados y, especialmente, las tachaduras que tenía ese libro fueron el resultado de un trabajo de «espionaje» que hizo Mairal al comparar la edición de 1970 de la misma antología. Las palabras y los poemas publicados en el 51 que fueron suprimidas en la segunda edición aparecen tachadas. Y los poemas agregados en la reedición estaban marcados". Alan Pauls, sigue Szperling, trató de imitar las marcas que hacía un compañero de colegio al que admiraba "como si escondieran el secreto de su inteligencia". Edgardo Cozarinsky, por su parte, llevó un libro de su autoría que había encontrado en una librería de usados. "Estaba marcado, o más bien pintado, en varias páginas con una fibra turquesa. Como esas marcas tenían relación con sus párrafos preferidos, se preguntó si no habría sido él mismo quien marcó...

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