Un escándalo que complica

El delincuente baleado, Andrés Lezcano, al parecer no era un delincuente. O, por lo menos, en ese momento no estaba cometiendo un delito. Los agentes que lo mataron cuando salía armado de una casa de Valeria del Mar están presos desde ayer porque, se presume, lo habían enviado a ese lugar para "recibir unos fierros".La leyenda urbana según la cual la policía puede teatralizar procedimientos para complacer a los gobernantes y tranquilizar a la población cobra este caso una sanguinaria verosimilitud. Al montaje le falló una pieza clave. Aquel 3 de enero Lezcano estaba acompañado por un secuaz que se escapó. Pasó un año huyendo de las balas que, sospechaba, la policía tenía preparadas para él. Al final se entregó a la Justicia y reveló, como testigo reservado, el revés de la trama.El escándalo complica al ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal, y al jefe de la policía bonaerense, comisario general Hugo Matzkin.Pocos días antes del falso procedimiento, Casal había exigido una acción contundente en Valeria a los comisarios Juan Carlos Paggi, Salvador Baratta, Matzkin y Claudio Fernández, que integraban por entonces la conducción de la fuerza.Quien, pareció en aquel momento, cumplió la orden con mayor eficacia, fue Matzkin, que estaba a cargo de la Superintendencia de Investigaciones. El ataque contra Lezcano lo organizó uno de sus hombres, el ahora preso Claudio Arnouk, jefe de la Subdelegación Departamental de Investigaciones de Villa Gesell.Según fuentes policiales, la dueña de la casa a la que Lezcano habría sido...

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