Quién es Sebastián García, el 'cantinero de los famosos' que les preparó tragos a Lionel Messi y al Indio Solari y deslumbra en Pinamar

Sebastián García, el "cantinero de los famosos".

PINAMAR (Enviado especial).- Con su elegancia inconfundible, Sebastián García recibe a LA NACION en su parador de la frontera norte de Pinamar , Nómade , donde desembarcó hace tres años y transita la recta final de una temporada de verano exitosa. Su sofisticación es innegable y su atuendo impecable dice mucho de él, pero también oculta. Es que a pesar de ser el "cantinero de los famosos" , haber viajado por el mundo y conocido a figuras como el mismísimo Lionel Messi, el bartender de 36 años no se olvida de sus orígenes ni pierde el contacto con el barrio . "Entre una cena en el hotel más caro y un asado con los pibes, me quedo con el asado", bromea mientras prepara unos Negronis Sbagliato.

Fanático del metal pesado, asegura que si no fuese por su profesión estaría todo tatuado. Sin embargo, está convencido que además de la calidad de sus tragos el secreto de su éxito radica en "todo lo que pasa alrededor de cada cocktail , desde la persona que lo sirve hasta elementos tan sutiles como el aroma del aire y la cristalería". Hijo de padres gastronómicos, conoció la coctelería de manera fortuita y logró llevarla a otro nivel. Hoy es reconocido como uno de los bartenders más influyentes del mundo y su primer bar, Presidente, está en el puesto 21 de los mejores 50.

-¿Cómo te iniciás en el mundo de la coctelería?

-Arranqué en esto cuando tenía 18 años y me decidí a estudiar gastronomía. Sin embargo, el quiebre se dio cuando una amiga, Eugenia, me recomendó un curso que daba Pablo Muñoz, un profesional de la época dorada de la coctelería argentina de los años 50′ y 60′ , que se desarrollaba en los hoteles de lujo. Un dato curioso es que para ese entonces yo jamás había tomado alcohol . Como no me gustaba ir a boliches, prefería usar la plata que tenía para colaborar con Cáritas en una iglesia de Castelar, de donde soy oriundo.

Muñoz enseñaba en su propia casa. Recuerdo la primera vez que lo vi: era un abuelo de 80 años. Me acuerdo de que ese día me dijo que antes de ser un bartender me iba a enseñar a ser un caballero, pero al enterarme del costo de la clase le dije que no iba a poder continuar , porque no disponía del dinero ya que en ese momento mis viejos estaban muy mal económicamente. Entonces, él me dijo que no había problema, que quería que yo siguiera estudiando , y a la siguiente clase contó que al final del curso el mejor promedio iba a hacer una pasantía paga por el valor del curso: 50 pesos.

-Imagino que fuiste por ese objetivo...

-Obvio, me lo propuse. Fueron meses de estudiar, de capacitarme, de investigar y de entender. Recuerdo que el primer cóctel que hice fue un Tom Collins, que es un clásico. Estudiábamos de un libro enorme y Muñoz solía abrirlo en cualquier página y decía: "Quiero que hagan esta receta". Entonces, para estar preparado había que saber muchísimo . Así, con tiempo y esfuerzo, conseguí ser ese mejor promedio y gané la beca. Yo sentía que se lo debía al profesor, porque él me dio un lugar sin pedirme nada a cambio. Creo que es importante contar que a mí me dio mucha vergüenza decirle que no tenía plata, como también me pasaba con mis amigos cuando no me alcanzaba para salir. Por eso, al brindarme él esa oportunidad, me propuse ser el mejor como forma de agradecimiento. Así fue como accedí a la pasantía y desde ahí ya no paré.

-Pero habías empezado con gastronomía, ¿por qué...

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