Cuál es la realidad de los salarios en la Argentina, detrás de tanta sarasa

La productividad media de la Argentina cayó desde la ruptura de la convertibilidad, y tras una transitoria recuperación estamos hoy por debajo de los niveles de fines de los 90. Aun después del rebote pospandemia del PBI de 2021, el producto medio está hoy 10% por debajo del nivel de 2011. Esto no solo implica estar peor, sino mucho peor en términos relativos respecto del resto del mundo que va para adelante. Estar peor se manifiesta también en que nuestros ingresos son más bajos que en el pasado, a menos que aparezcan factores extraordinarios que compensen. Pero esos factores no están y, por lo tanto, los ingresos son más bajos que en el pasado y seguirán cayendo, salvo que la productividad mejore.

Pero es improbable que esto último ocurra en 2022 o 2023 con políticas que maximizan la volatilidad y la incertidumbre, porque eso es lo que está, justamente, en la base de las caídas de la productividad. La Argentina fue calificada tiempo atrás como un país de alto coeficiente beta (con una volatilidad mayor que el promedio de los emergentes). Ciertamente, en tanto persistan condiciones próximas al default, el país será un lugar para hacer arbitrajes y para especular. Y ello, con los argentinos adentro, que la pasan mal aunque curiosamente festejen cada incumplimiento.

Más difícil aún resulta esperar mejoras de ingresos reales cuando la inflación se acelera, cuando una parte de los mecanismos de corrección de ingresos miran hacia atrás (se ajustan con inflación pasada, más baja que la futura) y cuando el Gobierno pretende anclar expectativas con la promesa de bajar el ritmo de suba de los precios (el ministro de Trabajo sugirió una pauta salarial de 40% y "ajustar después").

Con la macroeconomía desordenada, la productividad y los ingresos irremediablemente terminan por caer, no solo en el corto plazo (es decir, durante los ciclos económicos) sino en forma persistente en el largo plazo (es decir, como tendencia). Esto último es más grave.

Pero los problemas de productividad y de ingresos no vienen solamente de una mala macro. El desorden institucional abarca también el funcionamiento micro de los mercados de factores (de capital y trabajo), lo que expulsa empresas de la Argentina y de la formalidad, y con ello expulsa trabajadores formales asalariados y aumenta la porción de quienes se escapan del sistema, como autónomos o informales.

Veamos los números que ilustran el panorama argentino. Un trabajador informal tiene hoy (en promedio, durante...

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