Por qué es mejor idea la convertibilidad con el real que con el dólar

La propuesta de instaurar una convertibilidad con el real, como un primer paso hacia una moneda común del sur, recibió mucha atención, más apoyo y unas cuantas críticas. Estas últimas se dividen en las instrumentales (referidas a las dificultades de aplicar la idea) y las de fondo; casi todas están concentradas en si no resulta mejor dolarizar.

Para empezar el debate, es importante entender las funciones de la moneda, pero también que el tipo de cambio es uno de los precios claves de la economía y tiene una función, cuyo sacrificio tiene un costo. Un costo que es mayor cuanto mayor es la distancia entre nuestra economía y aquella a la que nos atamos al elegir su sistema monetario.

En efecto, la moneda debe servir como una unidad de cuenta (por ejemplo, los precios de las propiedades se ponen en dólares, aunque en algunos casos puedan aceptarse pesos, al valor del tipo de cambio del mercado), pero también necesitamos que exista un consenso sobre su utilidad transaccional porque, de otro modo, volvemos a la economía del trueque. El dinero permite triangular intercambios, resolviendo el problema de la doble coincidencia de necesidades que presenta tanto el trueque como la competencia de distintas monedas.

Por ejemplo, si ofrezco conferencias de economía y quiero almorzar, necesito encontrar a alguien que tenga alimentos para ofrecer, pero que justo necesite esa charla, del mismo modo que si tengo un departamento para alquilar y quiero dólares a cambio, necesito algún potencial inquilino que esté dispuesto a pagar en esa moneda, puesto que, de otro modo, no se hará la transacción.

Obviamente, tanto el dólar como el real sirven como una unidad de cuenta bastante estable y, de hecho, para esta función ni siquiera necesitamos tener cantidad de esa moneda. Por ejemplo, la Unidad de Valor Adquisitivo (UVA) es una unidad de cuenta que funciona bien para el crédito, a pesar de que no existe físicamente. También satisface la función transaccional.

En segundo lugar, la moneda debe permitir la conservación del valor, para que los intercambios puedan triangularse a través del tiempo. Por ejemplo, si fabrico pan, pero quiero alquilar una carpa en Mar del Plata para pasar la segunda quincena de enero, necesito que el valor del pan que entrego en agosto se conserve hasta el verano, salvo que justo encuentre al dueño de un balneario que tenga ganas de comprar pan y me ofrezca la carpa a modo de trueque.

A los fines de cumplir con la función de reserva de...

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