Es imperdonable insistir en una idea sabiendo que se está equivocado

Si hay algo que aprendimos muy bien es lo que no hay que hacer en materia macroeconómica, como los controles compulsivos de precios

Qué bueno recibirlos de nuevo en este espacio. En esta ocasión comienzo la nota con una reflexión anónima: "Un primer vaso corresponde a la sed; el segundo, al placer y a la alegría; el tercero, a la insensatez". "Compañeros", ya es injustificable tropezar siempre con la misma piedra.

Si hay algo que aprendimos muy bien, tan bien que exportamos ese conocimiento al mundo, es lo que no hay que hacer en materia macroeconómica: los controles compulsivos de precios, la suspensión sorpresiva de las exportaciones, la suba de impuestos en forma irracional, el ataque a la meritocracia, el distribuir lo que no se tiene, el endeudarse sin respaldo, los cepos cambiarios, el modificar los equilibrios entre la oferta y la demanda por caprichos ideológicos del pasado, el elegir socios traicioneros, echarle la culpa a otro, declarar guerras a enemigos abstractos y un larga lista de etcéteras.

Amigos, en todos los países desarrollados del mundo quien maneja la inflación es su Reserva Federal o su Banco Central, no una agencia de control de precios.

La Argentina acaba de postergar sus vencimientos de deuda con el FMI. ¿Resolvió algo? No. Solo ganó tiempo. Si se usa para cumplir lo que dice que acordó con el Fondo, habremos perdido otra oportunidad, ya que prometió no hacer reformas estructurales y, precisamente, hacer esas reformas es lo que realmente hace falta para cambiar de una vez (como dice el gran Marcos Aguinis) y dejar de transitar un tobogán ondulante.

La Argentina necesita cambiar la composición de su gasto público , reformando el costo político. Necesita de una reforma fiscal para que más ciudadanos paguen, pero con una menor carga impositiva (muchos países asiáticos solo exigen dos o tres tributos, no más de 160 como aquí). Necesita una reforma en los contratos de trabajo, ya que claramente con los de hoy, solo se protege a los que tienen trabajo formal, a los que están dentro del sistema. Hoy hay más trabajadores informales que formales.

Como siempre, voy a ejemplificarlo con una linda historia . Se dice que, hace siglos, en un reino de medio oriente había un joven aprendiz de mago que había sido condenado a muerte. Conocedor de los gustos y querencias del Rey, le imploró que demorara su ejecución dos años y que, si en ese lapso le enseñaba a hablar al corcel de su majestad, pedía a cambio el indulto real. Ante el...

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