“Es una experiencia enriquecedora para todos”

Mariana tiene una mirada curiosa que acompaña cada movimiento del ambiente. Sorda de nacimiento, esa es su manera de asimilar el mundo que la rodea y lo hace con una naturalidad que sorprende.Es que de chiquita aprendió a leer los labios, a hablar, a leer en forma escrita y a escribir. Y si bien eso hoy le permite poder estar completamente integrada en cualquier ámbito y grupo social, también retrasó su acercamiento a la lengua de señas y a la aceptación de su discapacidad."Mis padres le hicieron caso a los médicos que les dijeron que lo mejor era que no me juntara con otros chicos sordos y que fuera al Instituto Oral Modelo, que tiene una visión oralista. En mi casa me trataban como a una más y no se hablaba por medio de señas", dice Mariana, hoy de 42 años, en una aula de la Universidad Maimónides, donde actualmente está cursando su 2° año de la Tecnicatura en Consultoría Psicológica."Por falta de información me educaron para tapar mi discapacidad. Fui a una secundaria común, pero me pasaba que me sentía sola, porque la adolescencia es una etapa muy difícil y mis compañeros hablaban muy rápido. Agradezco haber aprendido a leer y escribir en español, y a leer los labios porque es fundamental como herramientas para poder estudiar e ir a la Universidad, por ejemplo. Pero también es cierto que fueron años de mucho esfuerzo y que me perdí de disfrutar de mi infancia y de jugar", agrega Mariana.Recién a los 26 años aprendió en forma natural la lengua de señas. Para ella fue como volver a nacer. Fue empezar a sentir que podía apropiarse del mundo de manera natural. Dejó de usar el audífono porque le molestaba el ruido ambiente y empezó a experimentar un sentido de pertenencia con la comunidad sorda. "Para esa época me mudé para vivir sola y empecé mi activismo. Me acepté como persona con discapacidad y tomé conciencia de que soy un sujeto de derecho", cuenta Mariana, quien había intentado...