El equipo que quedó en un cuadro

Tan celebrado como el título fueron las formas con las que la Argentina se quedó con la Copa América de Chile 1991. Tal vez aquel equipo haya sido el último que encantó al gran público y que generó una ligazón única. Allí estaban Sergio Goycochea, las manos mágicas de Italia 90, el carácter de Oscar Ruggeri, la explosión de Diego Simeone, que curiosamente usó la camiseta N° 10, el talento de Leonardo Rodríguez y el despegue goleador de Gabriel Batistuta. Todos ellos a las órdenes de Alfio Basile, que empezaba el camino después de los ocho años de Carlos Bilardo al frente del plantel. En esa Copa, además, no estuvo Diego Maradona. El destino pone hoy al seleccionado en la misma tierra en la que aquella vez cortó una sequía de 32 años sin vueltas olímpicas continentales. Y quién le dice que cerca de la cordillera sentirá otra vez el vértigo a través de los viejos y buenos recuerdos.

Basile llegaba con la intención de renovar el seleccionado y de formar un elenco estable para todo lo que vendría, en especial el Mundial de Estados Unidos, en 1994, con otra Copa América de por medio, la de Ecuador, en 1993, que también ganó el conjunto celeste y blanco, aunque con una marcha un tanto más forzada. Era un equipo que se había nutrido, en su mayoría, con muchos jugadores del ámbito local y que apostaba por la incipiente sociedad que habían formado Diego Latorre y Gabriel Batistuta en Boca. Apenas si Claudio Caniggia venía de Atalanta, y Simeone, de Pisa, ambos de Italia.

"El equipo del 91 fue especial porque tenía a casi todos los muchachos en la Argentina. Pude trabajar con ellos bastante tiempo, casi seis meses, era un grupo de pibes que estaba creciendo y progresando partido a partido. Llegaron a jugar casi de memoria. También había un par de jugadores grandes, con mucha trayectoria, y se complementaban muy bien. Todos jugaban bárbaro. Fue una de las mejores selecciones en la historia de la Copa América", rememoró Basile.

El campeonato les sirvió como trampolín a muchos y, poco tiempo después, pasaron al exterior. Darío Franco se fue a Zaragoza; Goycochea, a Brest; Batistuta, primero, y Latorre, después, a Fiorentina, y Leo Rodríguez, a Toulon.

La marcha fue perfecta. El seleccionado argentino terminó invicto, con seis victorias y un empate. Convirtió 16 goles y apenas le marcaron seis. En la primera rueda compartió el grupo con Venezuela (3-0), Paraguay (4-1), Chile (1-0) y Perú (3-2), y en la etapa final jugó con Brasil (3-2), Chile (0-0) y...

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