El enviado de Obama y un nuevo balance de poder empiezan a calmar a Ferguson

FERGUSON, Estados Unidos.- Acuciados por un calor de infierno, los residentes afroamericanos de Ferguson parecen haber alcanzado su primera victoria en los 12 días de que tiene en vilo a Estados Unidos: ayer las riendas de la situación pasaron de los blancos a los negros.Afroamericano como el presidente Barack Obama, el fiscal general y secretario de Justicia, Eric Holder, llegó aquí como personero del presidente para prometer una investigación "clara, independiente y transparente" de los hechos que proyectaron a este pequeño pueblo del centro norteamericano como reflejo de la antisegregación.A su lado, un policía de la misma raza se hizo cargo de las fuerzas de seguridad. Ayer, fue el capitán Ronald Johnson quien se mostró todo el día junto a Holder. Con suficiente pasta de líder como para sembrar la idea -o la ilusión- de que las cosas empiezan a cambiar, Johnson trabajó día y noche con una nueva estrategia que terminara con los enfrentamientos."Hemos comenzado a dejar atrás la violencia", decía a quien quisiera oírlo. La noche, la hora en la que las cosas en este pueblo suelen cambiar y la promesa de paz se trastrueca en choques y desórdenes, tal como ha venido ocurriendo en los últimos días, sería la prueba.Pero era cierto que ayer algo había cambiado. Poco quedaba del desfile de policías blancos haciéndose cargo de la gente. La policía de siempre de la que tanto desconfía la población local, mayoritariamente afroamericana. Un recelo que los lleva a considerar que son, todavía, ciudadanos de segunda en su país."Ya hemos ganado una batalla", dijo a la nacion Darrell Alexander, un "activista para la recuperación de la calma", como le gusta definirse. Se refería al hecho de que, por la vía expeditiva y sin que nadie lo diga de modo expreso, el poder empezaba ayer a equilibrar las cuestiones de raza."Nunca vimos una cosa así por aquí. Tantos negros dando cátedra", dijo, con picardía de décadas, mientras el televisor del bar mostraba a Holder y a Johnson pasando revista de la situación.Puede que sea un punto de quiebre en el drama que -desde esta geografía perdida, proyectó internacionalmente el trauma racial que aún lastra a esta sociedad- cobraba ayer un aire de fiesta por primera vez en muchos días.La ira estalló luego de que, el pasado 9 de agosto, un policía mató de seis balazos a Michael Brown, un joven de 18 años que estaba desarmado. El episodio dista mucho de estar aclarado y el policía en cuestión, Darrel Wilson, fue apartado de sus funciones...

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