Entrampados otra vez en el juego imposible

"Alberto, no tengo los votos. Si no te involucrás vos directamente, no la vamos a poder sacar". Promediaba el almuerzo del martes en Olivos cuando Sergio Massa le reclamó al Presidente que hablara con Roberto Lavagna y Juan Schiaretti para que sus diputados acompañaran la reforma judicial. Ese día los tres legisladores de Consenso Federal dijeron que y anteayer los cuatro cordobeses los imitaron. Operación fallida.El tigrense informó que la votación es muy compleja en la Cámara baja, lo que algunos entienden como una buena estrategia para subirse el precio si finalmente se aprueba, o para abrir el paraguas por si fracasa, hoy un escenario posible. La no es un tema que lo conmueva, pero entiende que es crucial para un sector de su coalición. Algunos advierten que se activó el "sensor social 2002": cuando Lavagna y Duhalde se oponen, quiere decir que se corrió la línea del medio y están en problemas. Ya les pasó conEsta tensión que se percibe en la Cámara de Diputados, en donde hay una paridad de fuerzas que seguramente forzará a una definición por no más de dos o tres votos si el proyecto llega al recinto, es la expresión más visible de una problemática muchísimo más profunda, una disfunción institucional que se ha transformado en la trampa argentina. El sistema político está atrapado desde hace años en un esquema de dos bandos que no pueden imponerse, y que tampoco negocian, con lo cual no hay progreso posible. Se puede forzar el número y terminar como el macrismo bajo las piedras por la reforma jubilatoria. O como el kirchnerismo con la democratización de la Justicia, frenada por la Corte. El mecanismo se anula a sí mismo por la falta de consensos mínimos. A veces es por la acción del Congreso, otras de la Justicia, en ocasiones por las internas partidarias y muchas por la presión de una opinión pública que intuye una falla en la ingeniería y se fastidia. Es más medular que la grieta discursiva o la polarización electoral: es la obstrucción del sistema.Pasa desde 2013, cuando Cristina perdió el hechizo del 54% que había conseguido dos años antes y encontró un freno al "vamos por todo". Desde entonces, ni ella, ni Mauricio Macri ni Alberto Fernández lograron sortear el laberinto para avanzar con un plan consistente de gobierno. No tuvieron mayorías propias, y no las regeneraron con la negociación política. Cuando termine el actual mandato presidencial se habrá cumplido una década pérdida en el altar de la confrontación, que coincide con un...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR