Un encuentro en Santa Marta con el padre Jorge de siempre

CIUDAD DEL VATICANO.- http://www.lanacion.com.ar/1587068-von-freyberg-la-imagen-del-banco-del-vaticano-dana-el-mensaje-del-papaNo se le habla a menos que él hable primero. Las normas del Vaticano para las audiencias papales son estrictas. http://www.lanacion.com.ar/francisco-y-la-argentina-t49170Adelanta el paso, ofrece un abrazo, un beso. Te llama por el nombre y sonríe. Se esfuerza por demostrar lo que a uno le queda en claro apenas lo ve: que es el http://www.lanacion.com.ar/papa-francisco-jorge-bergoglio-t49139El miércoles pasado tuve la oportunidad de volver a verlo durante una audiencia privada en la Residencia Santa Marta. Lo vi y lo saludé, y todavía no lo creo. Un grupo de pastores de Buenos Aires viajó para esa audiencia, organizada hace más de un mes, y yo fui con ellos con la ilusión de poder entregarle en mano una copia de Francisco, el papa de la gente , la biografía que escribí para la editorial Aguilar. Para ser justos, lo mío no era más que una posibilidad. El entorno de Bergoglio, ahora que es papa, es muy riguroso y tiene como misión descomprimir la agenda del Pontífice. Ser parte de esa audiencia osciló en los últimos días entre el "seguramente sí" y el "posiblemente no". Una incógnita que se mantuvo hasta el último minuto. Pero de todos modos ya estaba allí, en Roma.Por la mañana, antes de las 9, la Plaza San Pedro estaba llena. El cielo se puso negro y en vistas de que se venía una tormenta, en vez de suspender la audiencia pública de los miércoles, Francisco decidió adelantarla. Salió a bordo del jeep papal sin la capota. "Si la gente se está mojando, yo no voy a salir cubierto", les dijo a sus colaboradores. Y así se paseó por toda la plaza como uno más bajo la lluvia. Diez minutos después salió el sol.Al mediodía, mientras almorzabámos, el péndulo se detuvo. Mis chances se habían esfumado. Sólo seis personas entrarían en la audiencia y eso me dejaba afuera. Le dediqué el ejemplar del libro y se lo di a uno de los pastores. Cuando las campanas de San Pedro marcaron las 16, caminamos hasta la puerta del Vaticano por la que se accede a Santa Marta y yo me quedé allí afuera, en compañía de los representantes de la Guardia Suiza, que son particularmente estrictos en que uno no pise la línea blanca que da comienzo al Estado del Vaticano.Esperé allí afuera y los minutos me parecieron eternos. Tal vez, cuando le dieran el libro y le dijeran que yo estaba afuera... Pero no. Las campanas volvieron a sonar y eso indicaba que el horario de...

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