Empieza la batalla del streaming

Por estos días ya se habla en Estados Unidos de streaming wars. Un desprendimiento del furibundo lenguaje bélico que tanto parece disfrutar Donald Trump que empieza a contagiar el semblante de la industria del entretenimiento, por definición infinitamente más amigable. En este caso se aplica como regla de oro aquello de que lo cortés no quita lo valiente. Lo dice y lo hace Disney, que tomó el miércoles la decisión más resonante de los últimos tiempos en el universo del showbiz: lanzará dos servicios propios de streaming.

El primero, como se informó en estas páginas el jueves último, se pondrá en marcha a principios de 2018 y comprende al mundo de las transmisiones deportivas y al buque insignia de Disney en esta especialidad, la cadena ESPN. El segundo, cuya magnitud y alcance lo hace todavía más trascendente, comprende todo el inmenso y siempre redituable catálogo de películas y series (sobre todo animadas) que posee la poderosa compañía del ratón Mickey, hasta aquí disponible en clave de streaming para los usuarios de Netflix.

Esto quiere decir que, a partir de 2019, la firma que impuso en todas partes un nuevo paradigma de consumo televisivo deberá resignar una parte sustancial de su oferta de contenidos on demand, porque Disney manejará los programas de su marca desde el primer día de ese año a través de un Netflix propio. Queda, por supuesto, una infinidad de interrogantes e incógnitas en este largo camino que acaba de iniciarse. La más importante para nosotros es qué pasará en América latina, ya que por lo que trascendió hasta ahora la decisión de Disney tendría efecto solamente en Estados Unidos. Pero todos sabemos que inevitablemente, tarde o temprano, este tipo de medidas tienen alcance global, porque ése es el perfil de los negocios y la propia dinámica planetaria de la industria del entretenimiento termina imponiendo los planes más trascendentes.

Los movimientos en el gigantesco tablero del showbiz apasionan e inquietan a la vez a los observadores. Es muy probable que Disney haya tomado hace algún tiempo la decisión estratégica de agregar una unidad de streaming a su enorme conglomerado, pero el giro anunciado esta semana también fue visto como una respuesta inmediata y contundente al anuncio que hizo Netflix de la compra de una editorial de cómics, Millarword. Toda una señal: por primera vez el gigante de los contenidos on demand adquiere un activo externo a su identidad original. Es fácil imaginar que las aventuras en cuadritos...

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