Cuando empezaron los proveedores les clavaban el visto: ahora facturan $40 millones por año, venden 60.000 botellas de gin por mes y exportan a Europa
Nicolás Sierra y Joaquín Villafañe, los socios fundadores de Aconcagua gin
"Lo vas a elegir por la botella, pero cuando lo pruebes lo vas a adoptar como tu gin para todos los días" . Así describen Ignacio Sierra y Joaquín Villafañe a Aconcagua , el destilado a base de enebro que tiene un ingrediente único y de donde obtiene su nombre: agua de deshielo de la segunda montaña más alta del mundo . Estos dos jóvenes emprendedores cambiaron la comodidad de sus trabajos con buenos ingresos para arriesgarse a crear un negocio propio por el que lucharon contra proveedores que les clavaban el visto, la falta de crédito para invertir y limitados cupos de importación . Con una inversión inicial de US$30.000, el año pasado facturaron $40 millones, ahora venden 60.000 botellas por mes, y ya exportan a España y Uruguay.
Quizá esa denominación, la cumbre más alta de América, marcó los primeros crux -los tramos más difíciles en una ruta de escalada- cada vez más comunes para quienes se aventuran a emprender en un contexto de crecientes restricciones en la economía argentina. Sin embargo, estos dos amigos que se conocieron dentro de una cancha de rugby coinciden: "Acá, con chauchas y palitos podés hacer cosas muy grandes" .
Ignacio Sierra y Joaquín Villafañe, en la primera planta de Aconcagua gin
El ascenso a la cumbre
La aventura destiladora de Joaquín e Ignacio comenzó a principios de 2020, cuando el mundo comenzaba a cerrar sus fronteras ante los contagios masivos de Covid-19. Todavía no había estallado el boom del gin argentino , pero ellos tenían el sueño de crear un producto pensado íntegramente para destacarse desde el packaging hasta el contenido . "Queríamos que la botella sea la más linda del mercado y que el gin reemplace a la marcas inglesas más conocidas", dice Sierra. Para esto, dieron todos los pasos necesarios.
Hicieron el curso de destilados y probaron más de 150 muestras para las que pesaron con balanzas de joyas los miligramos de diferentes botánicos -los ingredientes con los que se infusiona cada gin y que lo dota de notas distintivas-. Así llegaron a una receta que los convenció para animarse a ofrecerlos a catadores especializados. Con la aprobación de los expertos, comenzaron a desarrollar la marca y la botella con un diseñador gráfico, un amigo de ambos. Además, importaron un alambique de cobre desde España.
Cuando tenían todo listo para salir a buscar proveedores nacionales de botellas se toparon con las puertas cerradas. "Era...
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