“Estoy empezando a tener mi opinión de las cosas”

"Mara forma parte de una población intermedia para la que no existe ningún tipo de oferta educativa o laboral", se queja María Teresa Mazzorotolo a la hora de explicar la situación de su hija Mara, de 22 años, que tiene mielomeningocele y un leve retraso madurativo.Sentadas en el sillón de su casa de Parque Chacabuco, ambas cuentan cómo fue atravesar la experiencia educativa, los problemas de sociabilización y la cotidianidad familiar."La tuve a los 42 años y es producto de mi segundo matrimonio. Yo ya tenía otros 3 hijos y mi marido también otros 3. Así que de un día para el otro pasamos a ser una familia con 7 hijos en una casa chorizo, con una cocina chica y un solo baño", recuerda María Teresa casi divertida, a la vez que aclara que no tuvieron mayores problemas de convivencia durante el ensamble familiar.Mara atravesó todo tipo de cirugías que hoy le permiten caminar con cierta dificultad, pero no estar en silla de ruedas. Durante el trayecto educativo sufrieron todo tipo de atropellos y discriminaciones, como que no le quisieran cambiar el pañal, que la pusieran en el gradito de recuperación donde iban todos los niños con alguna dificultad, que no la dejaran ir la bandera o que no la aceptaran por tener miedo a que no pudiera subir una escalera. "Probamos en escuela privada y pública, con experiencias de todo tipo. La integración depende mucho de la buena voluntad de los directivos de la escuela y de la docente que te toca", agrega María Teresa.Finalmente, Mara hizo hasta 3er. año de la secundaria en la Escuela de la Paz y hubo que empezar a pensar en otras opciones de capacitación como gastronomía, cocina o teatro. "Fue a una escuela especial de gastronomía con salida laboral durante 2 años. La gran mayoría de los chicos tenía síndrome de Down y finalmente dejó porque a nivel social no enganchaba para nada, decía que no les entendía. También estuvo en Apebi unos años, pero tampoco le resultó. Mara era la única que no usaba pañales...