Un empate que dejó una brusca caída de imagen

RIAD (De un enviado especial).? Evidentemente, Arabia Saudita es un país muy, muy lejano para la Argentina. En la geografía, en la cultura, en las costumbres. Hay un mundo de distancia. Las estrellas están desgastadas en el trajín diario. Viajan, aterrizan, charlan y salen a la cancha. Casi ni ensayan, aunque se conocen de memoria. Del frío al calor, de la lluvia a la brisa. Se levantan y no saben muy bien dónde están, con qué camiseta juegan. La aventura del petróleo tiene esos riesgos, pero se acepta porque un cachet de 1.500.000 dólares sirve para que la rueda de la fortuna futbolera siga girando.Juegan desgastados, desmotivados, descalzos en la arena blanca. Juegan sin jugar, sorprendidos por el ímpetu contagioso de once voluntariosos árabes, ya sin espacio en el próximo Mundial y con la bofetada no tan lejana propinada por España. Juegan con vergüenza deportiva frente a una tímida e irresoluta versión nacional. Hay excusas, aunque no debería haberlas: la Argentina jugó sin jugar. La cabeza en Europa y los pies en quién sabe dónde.El destacado año del seleccionado (primero en las eliminatorias, con una identidad definida y un par de amistosos triunfales con letras de molde), más allá de los desajustes defensivos, frena su impulso a orillas del Golfo Pérsico. Un sitio algo peligroso para bajar la guardia, justo cuando 2012 está a puntillas de dar vuelta la página. Si la última imagen fuera la que cuenta, pues Messi, Agüero y Di María serían valores de vuelo doméstico.Pudo ganarlo, aunque debió perderlo. El 0-0 refleja el asunto: el día en que las manos de Romero fueron la tapa y los pies de Messi, la última página. Tal vez, ciertos amistosos, en ciertos momentos, no son buenos consejeros. El calendario es un desafío: los contratos se rubrican para cumplirlos. Tal vez, resulta una mala noche y nada más. Al fin de cuentas, no pueden ser siempre portada de revistas. Detrás de escena, otros asuntos:Zabaleta es un despiste occidental. Mascherano, sin Gago, se siente en el desierto. Si Messi tiene jaqueca, quién tiene una aspirina. Salvio, Costa y Di Santo, en breves instantes, no pueden llevarse el mundo por delante. "El resultado no es el esperado, pero al menos sirve para conocernos más. Trabajamos un día y los jugadores llegan el día anterior. Son circunstancias, el viaje cansador, la lluvia que hubo en España el fin de semana, el cambio de hábito? Nos costó entrar en ritmo", cuenta Alejandro Sabella.Los números telefónicos grafican mejor el asunto: se...

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