Eliseo Subiela: un cineasta metafísico

Eliseo Subiela se propuso llevar hasta las últimas instancias en su obra cinematográfica una frase de Einstein con la que se identificaba por completo: "La imaginación es más importante que el conocimiento". No dudó en mezclar todo el tiempo en sus películas el mundo real y las fantasías más desbordadas. En ellas podían verse encarnaciones de espíritus llegados de otras épocas, empleadas de supermercado transformadas en hadas, hombres que se arrancaban literalmente el corazón para entregárselo a la mujer amada, mujeres que se embarazan con sólo escuchar a Mozart, parejas atrapadas en sueños que las llevan a viajar en el tiempo y hasta un Cristo que baja de la cruz y otro que en vez de milagros hace trucos de magia.

La apuesta de Subiela por el realismo mágico, los relatos oníricos y las visiones místicas tuvo más de un triunfo: Hombre mirando al Sudeste (1986) fue un éxito descomunal de público y El lado oscuro del corazón (1992) abrió un pequeño boom de difusión y venta de libros de poesía, sobre todo alrededor de la figura de Oliverio Girondo. Pero esa misma búsqueda llevó con el tiempo al director a recargar sus obras de excesivas ornamentaciones y alegorías. Muchos lamentaron que eligiese ese camino en lugar de la nostalgia y el humor a los que había apostado en Despabílate amor (1996), tal vez su mejor película, parte de la cual se filmó en la anterior Redacción de LA NACION, en Puerto Madero.

Llegó a confesar en un momento que él mismo no entendía partes enteras de sus películas. "Yo siento que filmo preguntas, no respuestas", dijo una vez. Esa postura se trasladó a sus obras, que se fueron haciendo cada vez más recargadas, confusas y superficiales alrededor de un puñado de temas: la metafísica, el paso del tiempo, la muerte, la sublimación de la sexualidad, el poder de los sueños.

El público, que había acompañado aquellas búsquedas en un principio, le fue dando la espalda y, paralelamente, Subiela inició una interminable discusión con buena parte de la crítica local, a la que le reprochaba parte del fracaso comercial de varias de sus películas.

En su adolescencia, las lecturas de poesía y de ensayos sobre cine europeo se impusieron a sus tempranas ganas de convertirse en técnico aeronáutico. Después de una exitosa etapa en el cine...

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