La elección brasileña, una buena noticia para Macri

es una pregunta sin respuesta para el mundo, pero no deja de ser para . La otra opción era peor, no por el candidato , un intelectual que el presidente argentino frecuentó cuando aquel era alcalde de la ciudad de San Pablo. Pero el triunfo del Partido de los Trabajadores hubiera sido leído por el kirchnerismo como una victoria propia. Como el comienzo del regreso, tal vez, de una corriente afín en el sur de América.En los últimos años, la identificación de con y fue absoluta, aunque los gobiernos fueron distintos, sobre todo si se compara el de Cristina con el de Lula. Un PT más radicalizado, como el que apareció en de Haddad, converge claramente con las posiciones, también más radicalizadas, de Cristina. No debía descartarse cierta influencia de ese gobierno del PT que no fue en la campaña presidencial argentina del próximo año.Bolsonaro será, probablemente, un presidente disruptivo, pero deberá reconocer los serios límites institucionales que lo aguardan. La Cámara de Diputados de Brasil tiene 513 legisladores, pero solo 52 responden a Bolsonaro y 56 al PT. El cuerpo está fragmentado en un universo de 30 partidos. es la comparación más habitual con Bolsonaro. Sin embargo, una gran diferencia existe entre el presidente norteamericano y el futuro presidente brasileño: Trump tiene mayoría, por ahora, en las dos cámaras del Congreso. Bolsonaro deberá liderar, en cambio, un proceso de negociación permanente con otros grupos parlamentarios.Debe consignarse, por lo demás, que Brasil cuenta con una Justicia probadamente independiente y no puede desconocerse el primer discurso del propio Bolsonaro luego de , en el que se comprometió a respetar los derechos de las minorías. La impronta promilitar de Bolsonaro, militar él mismo, no puede analizarse a la luz de la realidad argentina. El Ejército brasileño es, al revés de lo que pasa aquí, la institución más valorada por la sociedad de su país.Está fuera de discusión que el presidente electo de Brasil tuvo expresiones célebres por su incorrección política durante la campaña electoral. Pero las relaciones internacionales son pragmáticas. Macri no lo evaluará por lo que dijo, sino por lo que haga de ahora en más. Bolsonaro no ha designado aún a quien será su canciller. Es imposible saber, por lo tanto, cuál será el rumbo definitivo de su política exterior. Está más que claro que no será un protector del eje bolivariano, como sí lo fueron Lula y Dilma, y menos todavía del régimen totalitario de Nicolás...

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